“Minari” del director estadounidense Lee Isaac Chung se logró posicionar como una de las favoritas en la temporada de premios al ganar el Globo de Oro y el Critics Choice Award a mejor película de habla no inglesa; el BAFTA y el Spirit Award a mejor actriz secundaria (Youn Yuh-Jung); ser acreedora al premio del público y del jurado en el Festival de Sundance, y estar nominada en seis categorías al premio Oscar, entre las que destacan película, director, score original y actriz secundaria. Y aunque en el papel es una cinta convencional, sus valores más importantes radican en la representatividad de los inmigrantes y el poderoso discurso sobre la unión familiar.
Una joven familia procedente de Corea se instala en un camper en una zona rural de Arkansas donde esperan poder vivir mediante la creación de su propia granja, todo como parte del famoso y tan perseguido “sueño americano”.
Uno de los elementos que sobresalen de la composición de la cinta es su título: “Minari”. Dicha palabra es el nombre de una planta, la cual al morir puede renacer y crecer, y esto funciona espléndidamente como metáfora, pues dejar todo en el país natal como costumbres, tradiciones, y los sistemas que lo conforman (político, social, cultural) para buscar suerte en un país, tal vez no tan desconocido, pero duro, es uno de los indicadores de renacimiento y fe. A través de las casi dos horas que dura esta cinta, la falacia del sueño americano se convierte en una verdadera oportunidad, no de éxito, sino de supervivencia.
La historia es vista a través de los ojos y la mente de David (Alan S. Kim), el hijo más pequeño de la familia, quien tiene sólo 7 años. David en realidad representa al director Chung, porque esta es la historia de cómo sus padres, provenientes de Corea, llegaron a un país nuevo con la esperanza de tener una vida mejor. Chung construye un relato no tan efervescente a nivel dramático, pero sí emocional, con la ternura y la comicidad jugando un rol clave en el desarrollo de los personajes y con escenas ávidas de diálogos triviales, sencillos, pero con mucho significado en la fortificación de los lazos familiares.

Otro de los puntos a resaltar es el elenco conformado por Steven Yeun (“Burning”), uno de los actores coreanos más conocidos en este lado del pacífico, así como Youn Yuh-Jung, actriz con larga experiencia en Corea que con esta cinta logra conquistar al público occidental mediante su rol de Soonja, una amorosa y condescendiente abuela, quien guía al pequeño David con respecto a la representación del accionar de su familia en un mundo nuevo. Es la potenciadora de un sentimiento de identificación y universalidad en el espectador.
La melancolía y la ligereza de la narrativa son acompañadas y sostenidas por el score de Emile Mosseri, quien entrega una partitura llena de emoción, agradable para el oído y dotada de personalidad, un gran complemento a la fotografía de Lachlan Milne, quien utiliza colores cálidos y el retrato de espacios abiertos con la intención de reflejar esperanza y libertad.
“Minari” posee valores artísticos y discursivos atractivos, y pese ser un producto clásico y por momentos convencional, su ligereza y universalidad hace que sea una digna ganadora y nominada en la temporada de premios. Sin embargo, mañosamente se ha vendido como película extranjera, cuando no es así, pues continúa con el legado americano.
“Minari” ya se encuentra disponible en cines mexicanos.