La Segunda Guerra Mundial ha sido un acontecimiento que sigue fascinando a Hollywood sin importar cuánto tiempo pase. Con tantas películas del tema, hechas desde tantos ángulos, a veces puede ser complicado tratarlo sin resultar repetitivo. Por suerte, el director Christian Schwochow nos trae con “Munich en vísperas de una guerra” un producto muy bien logrado y entretenido, tanto para los amantes del género como para nuevos espectadores.
Previo a la Segunda Guerra Mundial, durante los acuerdos de Munich, un diplomático británico, Hugh Legat (George MacKay), se encuentra con Paul von Hartman (Jannis Niewöhner), un excompañero de Oxford que trabaja para el gobierno alemán, quien busca sabotear las negociaciones y evitar así los planes de Hitler de conquistar Europa.
De las actuaciones, vale la pena destacar a Jeremy Irons (“House of Gucci”) como Neville Chamberlain, particularmente en un monólogo en el cual expresa su odio hacia la guerra y la desesperación por evitarla a toda costa. En manos de otro este personaje pudo ser bastante odioso (sobre todo sabiendo lo que sabemos de Chamberlain), pero Irons nos hace ponernos en sus zapatos aunque no simpaticemos con su punto de vista, y de paso se roba cada una de sus escenas.
Liv Lisa Fries también conmueve e impresiona en un pequeño pero fundamental papel. Gracias a ella uno de los giros emocionales de la trama cobra la importancia que merece, aunque la historia se hubiera beneficiado de más escenas con ella.
Sin embargo, los protagonistas no resultan tan interesantes como el contexto alrededor suyo. La mayor debilidad de esta película es que muchos miembros de la audiencia ya sabrán cómo terminan los acuerdos, por lo que queda en nuestros personajes ficticios mantener el interés del espectador; sin embargo, el guion deja gran parte del peso dramático en los acontecimientos reales, y esto hace difícil el involucrarse emocionalmente: uno ya sabe el resultado.
No tiene nada de malo hacer historias de la vida real con un resultado ya conocido, pero tiene que haber suficientes descubrimientos para mantener al espectador metido en el drama, y aquí las subtramas no son lo suficientemente fuertes como para compensar la falta de sorpresa. Si bien MacKay y Niewöhner hacen un buen trabajo, el guion no les da suficiente material: tanto la subtrama del matrimonio de Hugh como la del nacionalismo de Paul se sienten poco desarrolladas frente a los acontecimientos históricos.
El director compensa esta falta de emoción en papel con puestas en escena cuya tensión hace a uno olvidarse por momentos de que ésta se trata de una historia de la vida real. Hay varias situaciones en las cuales la película brilla como el thriller de espionaje prometido por su premisa. Esto, sumado a una buena ambientación, da como resultado un drama bélico bastante sólido, aunque poco memorable.
“Munich en vísperas de una guerra” es una película tradicional y complaciente que cumple sin proponer nada nuevo y sin caer en terrenos escabrosos. Es una buena opción para disfrutar un buen rato y, pese a sus más de dos horas de duración, se pasa rápido gracias a un buen ritmo. Quienes busquen el siguiente gran drama histórico tal vez no salgan satisfechos, pero para todos los demás es una buena opción para ver un fin de semana.
“Munich en vísperas de una guerra” ya se encuentra disponible en Netflix.