El fin del mundo es real y lo estamos viviendo, pero las noticias sobre el calentamiento global, las advertencias de los científicos y la inminente extinción de las especies rara vez son primera plana porque ese espacio está dedicado a la vida amorosa de celebridades, la opinión de algún político tonto o el resultado de un juego molero de fútbol. Y aunque los datos duros existen para comprobar el peligro, existen millones de personas que se niegan a creerlo y activamente intentan desacreditar a la ciencia. Tal parece que no nos queda más remedio que reír. Y eso es lo que inspiró a Adam McKay para escribir y dirigir “No miren arriba” (o “Don’t Look Up” en inglés), una sátira que efectivamente se ríe sobre nuestro predicamento actual, pero que también duele por la manera tan auténtica en cómo representa la muy real idiotez y avaricia humana.

La historia comienza cuando Kate Dibiasky (Jennifer Lawrence), una joven doctoranda de astronomía, descubre un nuevo cometa, pero su emoción rápidamente se convierte en terror cuando los cálculos de su profesor, el Dr. Randall Mindy (Leonardo DiCaprio), revelan que, en poco más de seis meses, el enorme cuerpo celeste chocará con la Tierra, destruyendo todo a su paso. 

Tras ser ignorados por la mismísima presidenta de los Estados Unidos (Meryl Streep) y su desagradable hijo (Jonah Hill), Randall, Kate y el Dr. Teddy Oglethorpe (Rob Morgan), único científico que parece tomarlos en serio, emprenden una gira mediática para intentar alertar a la población mundial. Sin embargo, entre fallidas entrevistas en talk shows, memes y burlas en redes sociales, la misión es un fracaso.

El humor característico de McKay (“Vice”, “Talladega Nights”) está presente en todo el filme. Hay irreverencia, personajes caricaturescos (algunos, demasiado) y burlas sobre el uso de redes sociales, los medios estadounidenses y la ineptitud gubernamental. La frenética edición une a estos elementos, pero su abundancia en la primera mitad genera cansancio y casi ahoga al mensaje de la película, en particular porque muchos chistes y referencias pop no dan en el blanco. 

Sin embargo, durante toda esta etapa y a pesar de tanta comedia, “No miren arriba” exitosamente logra transmitir y exacerbar la ansiedad por el fin del mundo que muchas y muchos sentimos: esa sensación tan real y desesperante de que no se está haciendo lo suficiente para salvar al mundo, de sentirte inútil ante tan abrumador desafío climático. Las fuertes actuaciones de DiCaprio y Lawrence son clave para este fin. DiCaprio tiembla como chihuahua asustado y explica la situación con un profundo terror en su voz, mientras que Lawrence es un mar de ira contenida, incrédula por la patética respuesta a la crisis. Estos sentimientos se complementan para crear angustia y, durante los estallidos de Kate, un desahogo. Pero es Rob Morgan (“Bull”) quien se roba el show con una actuación sobria; su tranquilidad es un antídoto para la impotencia.

Pero la película no se queda en comedia. Con ayuda de una dulce y sensible actuación de Timothée Chalamet (“Dune”), McKay transiciona hacia un producto sorprendentemente emotivo en donde se crean reflexiones sobre nuestro tiempo en la Tierra sin dejar de lado la crítica al capitalismo estadounidense. Aquí, el director controla con sapiencia la inminente fatalidad, otorgando y arrebatando esperanza de manera intermitente: tu mente sabe hacia dónde va la película, pero el corazón intenta desviar el camino. 

Finalmente, el elenco se une en una conmovedora escena en donde una charla cálida y amorosa es utilizada para disfrazar el miedo y conectar con audiencias. Aquí, DiCaprio nos muestra de nuevo su genialidad con una poderosa línea que, como reveló McKay en una entrevista, fue totalmente improvisada. Es una lástima que las dos innecesarias escenas postcréditos casi destruyen toda esta emotividad y hasta el mensaje del director; es comedia barata utilizada al estilo marvelita para romper la tensión del momento.

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DON’T LOOK UP | Cr. Niko Tavernise / Netflix © 2021

El guion de McKay (escrito antes de la pandemia) es un espejo que refleja nuestra surreal realidad en donde corporaciones intentan controlar nuestras vidas con algoritmos, las sociedades alaban a peligrosos multimillonarios, los ricos solo buscan hacerse más ricos a costa de la destrucción ambiental, personas se ríen de la ciencia, los medios de comunicación muestran apatía hacia las crisis humanitarias y en donde existe una cultura reaccionaria regida por fama efímera y golpes de dopamina producida por likes baratos. El movimiento “Miren arriba” contra “no miren arriba” es una acertada representación de las ridículas batallas y divisiones ideológicas que permean hoy en día, mientras que los personajes de Streep y Hill son una evidente sátira de la administración de Trump. Y aunque todas estas temáticas son abordadas con nula sutileza, funcionan en el contexto de la película porque se sienten dolorosamente reales: si un cometa amenazara con destruir el planeta en 2022, definitivamente habría un sector de negadores y estaríamos ante la merced de gente millonaria buscando la manera de enriquecerse antes de velar por el bienestar del pueblo. 

El aspecto técnico de “No miren arriba” sobresale. Me sorprendió ver tal excelencia en los efectos visuales; son incluso mejor que los utilizados en grandes producciones de Marvel. Ariana Grande y Kid Cudi proveen una buena dosis de risa con una gran canción homónima. Y luego está Nicholas Britell, uno de los mejores compositores de cine y televisión de la actualidad, cuyo magistral (y ya galardonado) score musical consta de piezas estresantes a ritmo rápido para potencializar la presión de la carrera contra el tiempo, así como piezas altamente emotivas que buscan sacarte las lágrimas en el desenlace. Su trabajo es el arma secreta de McKay.

Tal vez lo haga con demasiados chistes y poca elegancia, pero el mensaje de “No miren arriba” aterriza con fuerza gracias al corazón exhibido en la segunda mitad. Randall se niega a aceptar el destino final de soledad que el voraz algoritmo del multimillonario Peter (Mark Rylance) sugiere. En sus manos está tomar el control, así que decide hacer algo al respecto para cambiar las cosas, venciendo con humanidad al pronóstico del algoritmo. Y es que, McKay sugiere, podemos convertir esa desesperanza en esperanza: nosotres tenemos el poder de cambiar nuestro destino y el del planeta, de cambiar nuestros hábitos, poner nuestro granito de arena, de luchar contra las instituciones, de exigir medidas reales a los políticos. Aunque la gran cantidad de datos científicos que existen al respecto revelan un futuro gris, tal vez, solo tal vez, podamos encontrar nuestra humanidad y usarla para aumentar las probabilidades de un mejor mañana.

“No miren arriba” o “Don’t Look Up” está disponible en algunos cines independientes de Ciudad de México y se estrena en Netflix el 24 de diciembre.