Este año, la británica Joanna Hogg nos entrega “The Souvenir Part II” la conclusión de la película de 2019, basada libremente en la vida de Hogg durante su tiempo en la escuela de cine en los años 80. La historia gira alrededor de Julie (Honor Swinton-Byrne) y su relación problemática con Anthony (Tom Burke), un hombre mayor que ella y poco confiable cuya salida de su vida la lleva/obliga/alienta a hacer paces con el pasado de ambos mientras realiza su película de graduación.
Julie siente todo de forma magnificada, es su sentir y no debe ser menospreciado por el espectador, pues el duelo es un reto completamente humano y se experimentará en diferentes instancias de nuestras vidas, pero Hogg no se queda en esa atmósfera: la canalización de experiencias es una forma de terapia en la que se puede sacar provecho y crear lo extraordinario con algo completamente personal, y eso lo que Julie quiere hacer con su película de graduación. Honor Swinton-Byrne se adueña de un personaje imperfecto pero evolutivo, uno que representa el amor y la pasión no solo hacia el cine sino a sí misma.
Los artistas son personas sensibles, solo que frecuentemente he escuchado comentarios peyorativos sobre sus características: tener un egocentrismo muy latente y una exageración emocional que plasman en sus creaciones, pero creo que no es algo malo. Hogg lo demuestra con dos personajes: Patrick (Richard Ayoade) y Garance (Ariane Labed). El primero funciona como la personificación de la vanidad pero también sirve como la autoconsciencia que se tiene ante las creaciones artísticas, mientras que la segunda le cuesta entender vivencias y acciones incoherentes para ella, pero intenta dar la mejor empatía posible para ayudar a Julie.
El artista es un agente emocional y su deber es dar una perspectiva casi psicológica de lo que es la vida misma, de su propio pasado, presente y futuro, y tanto Julie como Hogg lo presentan con su visión naturalista al momento de dirigir dentro y fuera de la película. Ambas recurren a sus experiencias, se ayudan de gente que las aprecian y respetan, pues forman parte de lo vivido por las dos directoras. Un ejemplo de esto es Tilda Swinton (“Memoria”), quien dentro de la cinta es una madre cariñosa con Julie y fuera de ella es una amiga incondicional de Hogg.
Julie vuelve a lugares en donde compartió tiempo con Anthony, pero como una persona que busca cambiar su relación consigo misma y por consecuencia perdonarse por lo ocurrido, y Hogg regresa igualmente al transportarse a los años 80. Principalmente lo entendemos de manera visual al ser una película rodada en 16 y 35 mm, con el característico granulado y una corrección de color muy tenue, además de un soundtrack conformado por Erasure, Dexy Midnight Runners y Eurythmics, entre otros; una combinación de pop británico que es propiamente del entorno visto en la cinta.
El cine tiene el poder de representar la realidad según el creador, sea una creada desde cero o un extracto de algo vivido, y para entenderlo completamente se debe confiar en lo que el autor nos propone. A pesar de que la cinta se sostiene individualmente, considero necesario haber visto antes la primera parte, pues las referencias mostradas en la segunda tendrán mayor peso emocional y se comprenderá el crecimiento tanto personal como artístico de Julie.
“The Souvenir Part II” es un ejercicio de reflexión, de recordar el pasado, cuestionarlo en el presente y ejecutarlo en el futuro, y funciona como una película que tiene el poder de resonar con los espectadores. No importa si alguien mira la película como una demostración de lo que puede ser la escuela de cine o como una representación de las fases del duelo, porque todo eso solo es un reflejo de la vida misma, de nuestras acciones y de los procesos de aceptación que tenemos o hemos llegado a tener, y de ver, a través de alguien, una ayuda para comprenderte mejor.
“The Souvenir Part II” ya está disponible para renta y compra en iTunes, Prime Video y Google Play.