En los últimos dos años hemos escuchado bastante de Lin-Manuel Miranda: el estreno de “Hamilton” en Disney+, la adaptación cinematográfica de “En el barrio”, su debut como director en “Tick, tick… BOOM!” y el estreno de “Encanto”, cinta en la que él compuso las canciones. “Vivo”, de los directores Kirk DeMicco y Brandon Jeffords, se suma a esta gran cantidad de contenido: con canciones y voz de Miranda, esta película trae una aventura ligera, llena de color y energía para chicos y grandes.
Vivo (Lin-Manuel Miranda) es un pequeño kinkajú que se embarca en un viaje para darle una canción a Marta Sandoval (Gloria Estefan), el antiguo amor de su querido dueño Andrés (Juan de Marces González). A esta travesía se le suma Gaby (Ynairaly Simo), una niña solitaria que sólo busca en Vivo un amigo.
“Vivo” captura muy bien la alegría y vivacidad que caracterizan las canciones más conocidas de Miranda, y gran parte del encanto de la cinta depende en qué tanto uno disfrute la mezcla de rap y ritmos latinos propios del compositor. Muy similar a lo que ocurre en “Encanto”, las canciones no son particularmente memorables, pero uno pasa un buen rato mientras las escucha.
Con una mezcla de estilos de animación que recuerdan a ratos a “Chico y Rita” (una gran película animada también ambientada en Cuba), esta cinta brilla cuando se centra en la trama principal: la relación de Vivo con Andrés y su deseo de cumplir el último deseo de su gran amigo. Las escenas en las que él y Gaby reconocen en el otro la soledad propia son conmovedoras y transmiten un gran mensaje sobre la amistad y el dejar ir.
Lastimosamente, es justo la gran honestidad y emotividad con la que están construidas dichas secuencias lo que hace que los elementos más infantiles de la película resulten más molestos que divertidos. Varias subtramas, como la introducción del obligatorio personaje bobo pero de buen corazón (en este caso un pájaro que busca el amor pero es muy torpe al expresarlo) o la aparición de un villano que no tiene mayor relevancia más que dar una sensación de peligro, parecen tener como propósito alargar la historia para justificar su hora y media de duración más que el darle dimensiones a los personajes.
Si bien es cierto que no todas estas distracciones resultan molestas (una tropa de niñas exploradoras sacan más de una carcajada), lo cierto es que uno se queda con la sensación de que esta historia pudo haber sido mucho más corta y con una resonancia emocional más grande de la que realmente tuvo.
Aun con todo esto en mente, “Vivo” no es una mala película. Si bien algunos de sus temas no se exploran del todo (su confusa postura respecto a la domesticación de animales en peligro de extinción, por ejemplo), la historia tiene su corazón en el lugar correcto. Al final del día, esta es una película tierna que logra sacar varias sonrisas y unas cuantas lágrimas.
“Vivo” se encuentra disponible en Netflix.