En 2020 Pearl Studio estrenó su primera producción en solitario: Más allá de la Luna, una película infantil que utiliza la mitología china para transmitir su mensaje sobre el duelo. Este año el estudio decidió elevar las apuestas y adaptar una de las historias más famosas e importantes de la literatura China: El Viaje al Oeste de Wu Cheng’en. Tomando el nombre del personaje titular de la historia nos llega El Rey Mono (The Monkey King), cinta animada dirigida por Anthony Stacchi (Los Boxtrolls) que cuenta las primeras aventuras de un peculiar guerrero.

El Rey Mono (Jimmy O. Yang/Moisés Mora), en el libro llamado Sun Wukong, es un impetuoso, engreído, egoísta e irresponsable simio con un solo deseo: alcanzar la inmortalidad para así ascender al Palacio de Jade en el Cielo y vivir toda la eternidad rodeado de lujos y admiración por parte de los mortales. Por esta razón emprende una aventura épica acompañado de Lin (Jolie Hoang-Rappa/Monserrat Mendoza), una misteriosa chica con intenciones ocultas, para impresionar al resto de los dioses y cumplir su sueño ¿podrá lograrlo?

La trama de El Rey Mono es una versión bastante diluida y superficial del texto original, entiendo la difícil tarea de adaptar una historia tan importante y significativa como esta, pero por eso mismo es sorprendente la forma tan banal en la que ciertos aspectos son tratados: el personaje principal no tiene nombre, solamente va por el mundo como “El Rey Mono”, su arma mágica es reducida a una vara con las mismas habilidades de la capa del Dr. Strange o la alfombra de Aladino, y el contenido religioso sobre el budismo es resumido en un par de frases y la lección “no seas egoísta”. Todas estas cuestiones afectan de manera importante la historia y la simplifican a una serie de aventuras coloridas llenas de personajes mágicos en paisajes vistosos.

La escritura de personajes por parte de los guionistas Steve Bencich y Ron J. Friedman (Tierra de Osos) es bastante pobre. El Rey Mono es insoportable, está construído para ser uno de esos personajes que uno odia al inicio de la aventura pero al final terminamos amando; aquí eso no sucede, el personaje es engreído y egoísta, no aprende su lección y no tiene ningún momento donde conectemos con él. Lin, la asistente del Rey, no tiene una personalidad definida, sus motivaciones también son egoístas y en realidad no tiene razones para salvar tantas veces al mono. A esta débil escritura también tenemos que agregarle una cantidad considerable de chistes hacia la identidad queer del villano principal (Bowen Yang/Beto Castillo), sobra decir que ninguno pega en el blanco.

El diseño de personajes se siente bastante derivativo de otras cintas; al verla uno podría jurar que ya ha visto a los personajes en algún otro lado. La animación está lejos de la experimentación de otros proyectos animados recientes y en muchos sentidos recuerda a la estética de películas como Chicken Little o Bolt, sin embargo podemos destacar los fondos y escenarios llenos de detalles hermosos, especialmente el universo alrededor de Buda. Por desgracia hay poco tiempo para admirar todo esto pues la película tiene un ritmo frenético, siempre está pasando algo en pantalla y la historia avanza muy rápido en poco tiempo.

El Rey Mono es una adaptación olvidable de una amada e increíble historia. La mala escritura de personajes nos impide empatizar con ellos y el ritmo frenético de la edición nos lleva de un lugar a otro sin que terminemos de procesar del todo las secuencias anteriores. La animación por parte de Pearl Studio se siente anticuada incluso comparándola con la película anterior de la productora. Todo esto da como resultado un producto fallido y bastante decepcionante.

“El Rey Mono” ya está disponible en Netflix.