Originario de Luxemburgo, el animador Carlo Vogele trabajó ocho años en Pixar antes de emprender su propia aventura en solitario, la ópera prima “Icarus”, una preciosa adaptación libre del famoso mito griego.

Hay tres grandes elementos diferentes al mito que Vogele y la coguionista Isabelle Andrivet utilizan para darle vida a esta película. Primero, el Minotauro no es violento, sino un ser incomprendido y víctima de un destino que él no escogió. Además, aquí existe un enfoque en darle un desarrollo a Ícaro, en explorar su personalidad y relación con su padre, el inventor Dédalo. Finalmente, el corazón del filme resulta ser una tierna relación de amistad entre Ícaro y el Minotauro. 

La película inicia con un Ícaro de 10 años que, durante una de sus exploraciones de la isla de Creta, se encuentra con un niño con cabeza de toro de nombre Asterión que vive encerrado y es periódicamente atacado por su “padre”, el rey Minos.  El primer acto se enfoca en presentar y nutrir la bella relación central, misma que es potencializada por un sencillo pero efectivo montaje que inmediatamente te hace encariñarte con ambos personajes. Pero el tiempo pasa, Asterión crece y Dédalo termina la construcción de un laberinto encomendada por Minos, mismo que se convierte en la prisión de la malentendida bestia.

La historia sigue el curso de la mitología, con la llegada de Teseo a Creta para matar al Minotauro y una enamorada Ariadne (hija de Minos) intentando conquistarlo. Pero a lo largo de todo esto, el motor narrativo propulsor siempre es el lazo entre Ícaro y Asterión; aunque están separados, las decisiones que Ícaro toma, así como sus motivaciones y la relación con su padre están definidas por el tiempo que pasó al lado de su amigo Minotauro.

Si bien el filme es de índole familiar, también encontramos elementos como sangre y erotismo que le dan un mayor grado de madurez y, por lo mismo, ayudan a elevarlo. Sin embargo, la narrativa sufre ligeramente en el segundo acto debido a la ausencia de Asterión y el irregular desarrollo de la relación padre/hijo, pero siempre hay motivos, tanto narrativos como estéticos, para seguir viendo.

Con un estilo visual inspirado en los frescos minoicos, la animación es fluida y vibrante, además de visualmente placentera. En una brillante y creativa decisión, Vogele utiliza una técnica de animación diferente durante la escena del laberinto para generar emoción de algo que bien pudo haber carecido de dinamismo. 

“Icarus” es una hermosa película animada, con destacada animación y cualidades de producción, que le da una interesante nueva dimensión al mito griego. De cierto modo, el arco de emancipación del personaje principal puede ser visto como un autorretrato de Carlo Vogele quien, al dirigir este proyecto, utiliza sus alas para separarse de Pixar y emprender su propio vuelo en el mundo de la animación. Esperemos que su carrera siga volando alto y que ningún sol pueda frenarlo.

“Icarus” es la selección de Luxemburgo para el Oscar de Mejor Película Internacional 2023