Durante los dos conflictos bélicos más grandes que el mundo ha enfrentado, Noruega siempre se mantuvo en la neutralidad, pero sin querer, en épocas de invierno, sus canales marítimos (en especial el puerto de Narvik) eran una pieza fundamental para Alemania por el transporte de hierro, un mineral trascendental en la creación de artillería. Inglaterra se dio cuenta del plan alemán y pronto Winston Churchill ordenó controlar aquellos canales, desatando una zona de guerra y violando la neutralidad de una nación. “Narvik”, del director Erik Skjoldbjærg, narra desde la parte bélica, política y humana los pormenores de esas balas perdidas con emoción y un acabado técnico impecable.

Ante el enfrentamiento entre las tropas alemanas e inglesas en el pueblo de Narvik, soldados noruegos deben hacer lo posible para replegar el ataque debido a su política de neutralidad con respecto a la Segunda Guerra Mundial. Ingrid Tofte (Kristine Hartgen) es una habitante más que está sufriendo los daños colaterales a nivel físico y mental, sin embargo, por ser bilingüe, debe decidir a qué bando servir como traductora siempre anteponiendo el bienestar de su hijo y de su esposo, un soldado noruego presente en batalla. 

Hablar con lujo de detalle de todo lo acontecido en los conflictos bélicos es casi imposible, pero el cine nos ha acercado muchas historias, muchas de ellas desconocidas como ésta: la batalla en el pueblo de Narvik. El enfoque es resumido y condensado de tal forma que todo lo que el guionista Christopher Grøndahl quiere contar, se digiere y entiende sobriamente, todo aderezado con cualidades técnicas destacables y pulcras, que retratan el papel de las víctimas dentro de un contexto de deshumanización total como la guerra. 

La actriz Kristine Hartgen es la encargada de guiar al espectador por el desasosiego y el nerviosismo de las personas inocentes. Su personaje, Ingrid Tofte, es una mujer valiente, pero con mucho temor ante su muerte y la de sus seres queridos; busca el interés y el bienestar común, lo cual la lleva a unirse, sin querer, a un bando de la guerra; ella es la más congruente y sensata del conflicto, pues nunca pierde su humanidad, más bien la fortalece. Sentimos con ella, sufrimos con ella. 

El objetivo del filme es dotar de alma a las víctimas y también de recalcar el hecho como la primera derrota de Hitler en su maquiavélico camino por conquistar territorios. Los toques nacionalistas existen (pues es una película meramente noruega), más cercanos a lo patriotero que a la épica nacional, pero con mesura y sensibilidad. Por otro lado, reafirma el poderío técnico de la industria noruega a partir de una calidad enorme en los efectos especiales y la nítida fotografía de John-Erling Holmes Fredriksen, quien con planos generales mete sí o sí al espectador en la atmósfera fría tanto del clima como de la narrativa.

“Narvik” es una película noruega con altos estándares técnicos y narrativos, que, a la par, se ocupa de visibilizar el papel de su nación en la guerra y se preocupa por humanizar a sus personajes, sobre todo a su protagonista. Un buen producto que ojalá no quede en el olvido dentro de la plataforma más prominente de la actualidad.

“Narvik” ya está disponible en Netflix.