En películas de ficción sobre periodismo, como All the President’s Men o Spotlight, normalmente seguimos a un grupo o un individuo trabajar en una importante investigación con grandes ramificaciones para la sociedad, pero en su tercer largometraje, On the Pulse (Vivants), la directora Alix Delaporte no está interesada en esas grandes historias, sino en algo más sencillo y hasta íntimo: retratar la cotidianidad del periodismo y todo lo que conlleva.

Gabrielle (Alice Isaaz) es la nueva becaria de un prestigioso programa de televisión periodístico que está atravesando por problemas de ratings. Al contar con poca experiencia y apenas un par de años de estudios en la materia, Gabrille debe trabajar duro para convencer al equipo de que merece su lugar; es así que, poco a poco la vemos integrarse, equivocarse y aprender de la mano de sus colegas, entre los que encontramos al experimentado Vincent (Roschdy Zem), al intrépido Damien (Vincent Elbaz) y la impredecible Camille (Pascale Arbillot).

Delaporte (Angèle et Tony) inició su carrera como reportera y camarógrafa, y esa experiencia se ve reflejada en On the Pulse, una película muy bien editada que utiliza sutilezas para mostrarnos lo bueno, lo malo y la pasión que se vive en un equipo de periodistas. A través de los ojos de Gabrielle podemos ver flujos de operación, detalles técnicos (tan simples como cambiar la batería de una cámara), la frustración de no saber cómo proceder con una noticia, el sacrificio de la profesión, el dolor de ver a un colega arriesgarse por el equipo, la satisfacción de un trabajo bien hecho, la necesidad de estar siempre alerta y así poder reaccionar ante cualquier acontecimiento, pero también la adrenalina que fluye cuando eso ocurre.

Aquí no hay una gran investigación o reportaje en juego; el guion tiene como objetivo plasmar el ímpetu de un periodista al querer documentar y mostrarle al público un acontecimiento importante, de olvidarse de todos los problemas personales momentáneamente para perseguir la noticia. Aunque en áreas y con enfoques distintos al de los personajes, yo trabajo en el ámbito periodístico y en más de una ocasión me sentí identificado con ese impulso tan instintivo, casi automático, de querer dar a conocer una noticia relevante tan pronto como sea posible.

La película evita convencionalidades típicas en este tipo de historias. Por ejemplo, temprano en On the Pulse, tenemos una escena en donde el jefe del canal advierte a nuestros protagonistas que el programa está perdiendo rápidamente a las audiencias jóvenes y podrían enfrentar una cancelación. Años de narrativas hollywoodenses te llevan a pensar que a partir de ese momento, la historia se enfocará en cómo la joven Gabrielle se convierte en la pieza clave del equipo para sacarlos del bache. Pero eso no ocurre, ni siquiera cerca. Delaporte simplemente sigue adelante con su sencilla historia en la que un grupo de periodistas sacan adelante la chamba como mejor saben. Hay fricciones y discusiones constantes entre los miembros del equipo, y Gabrielle no escala los rangos de manera milagrosa, sino que tiene que desvelarse, llevarse muchos regaños y cumplir con tareas tan insignificantes como ir por un refresco. Es un retrato bastante auténtico de la profesión.

Con ayuda de una dirección de fotografía puntual y siempre encaminada a capturar la emoción en los rostros de sus personajes, la directora procura utilizar sutilezas para desarrollar la relación entre los periodistas o mostrar sus conflictos internos. Victor no se queja en voz alta de que extraña a su familia, sino que lo demuestra con pequeños gestos; Roschdy Zem es particularmente efectivo en esto ya que, similar a su trabajo en Other People’s Children, comunica muchísimo con su expresividad facial. Asimismo, las conexiones entre periodistas ocurren orgánicamente durante el trabajo, mediante miradas de aprobación o agradecimiento, o mientras caminan juntos hacia su próxima tarea; es una lástima que uno de estos momentos ocurre a través de desagradable humor especista.

La relación de pupilo/alumna entre Victor y Gabrielle es el corazón de la película y por lo mismo su herramienta más potente para atrapar a la audiencia; con pocas palabras y mucha comunicación visual, Roschdy Zem y Alice Isaaz se encargan de desarrollar esta conexión y generar los chispazos de emotividad necesarios para llevar a la narrativa a buen puerto, pero no necesariamente para elevarla. El principal problema del filme es que, a pesar de sus momentos de sentimentalismo, es un tanto frío y hasta mecánico; audiencias con poco interés en una historia sobre esta profesión tal vez tengan problemas conectando con los conflictos y los personajes, pues da la impresión de que no hay mucho en juego. 

On the Pulse no baña al periodismo en polvo de hadas y no se anda con mentiras. Es un retrato realista y efectivamente dirigido de una profesión poco glamorosa y las emociones tan potentes que guían a aquellxs que la practican, emociones que, como vemos en el tercer acto, rebasan órdenes y restricciones. Capturar la noticia es todo lo que importa.

“On the Pulse” tuvo su estreno mundial fuera de competencia en el Festival Internacional de Cine de Venecia 2023.

Imagen de portada cortesía de THE PR FACTORY.