Existen muchas interpretaciones sobre lo que es el amor, pero al ser algo abstracto e intangible, lleno de matices y emociones, no nos ha quedado más remedio como sociedad que convertir este sentimiento en un constructo social el cual simplifica y suele dictar cómo se debe vivirlo. “Quizás para siempre”, de Michael Jacobs, explora cómicamente el fenómeno del amor romántico en personas adultas sin responsabilidad afectiva, confundidas e inmaduras, sin embargo, la plasticidad de su guion y el abusivo uso de monólogos, hace que la película sea sosa y desperdicie un gran elenco.
La película explora a tres parejas adultas, una más joven que las otras dos. Michelle (Emma Roberts) y Allen (Luke Bracey) son jóvenes y viven su amor con algunas reservas, pero quieren estar juntos por mucho tiempo; Howard (Richard Gere) y Grace (Diane Keaton) son los papás de Michelle y no están pasando por el mejor momento de su matrimonio, al igual que los padres de Allen, Monica (Susan Sarandon) y Sam (William H. Macy). Lo más sorprendente e inesperado para todos son las relaciones extramaritales que los padres de Michelle mantienen con los de Allen; Sam con Grace y Monica con Howard.
Es una pena cuando actores con gran trayectoria son puestos a disposición de una narrativa convencional, sin rumbo fijo y solo con destellos temáticos; un desperdicio tristísimo. Cada uno de estos histriones, con su carisma, hacen el esfuerzo por mantener a flote una película que solo frivoliza las relaciones románticas adultas con diálogos vacíos y redundantes. Además, los personajes tampoco están construidos sólidamente, ya que se reducen a caricaturas infantiles con visiones inmaduras y plásticas sobre las relaciones.
La comicidad recae en diálogos y acciones exageradas, que rápidamente cansan al espectador. Tal vez el apartado cómico y el ensamble actoral hubieran funcionado extraordinariamente como segmento de “Saturday Night Live” o de algún Talk Show, pero como película de casi dos horas, ofrece una experiencia seca y monocromática, con una resolución previsible y sin cambio aparente en los personajes.
El amor se vive de formas distintas. Solemos ser las personas perfectas para alguien y respondemos a necesidades y deseos temporalmente. Regularmente el amor no tiene una vigencia, sino el tiempo compartido en conjunto, y cuando ese tiempo sucumbe lo mejor es hablar y tomar la mejor decisión sin dañarse mutuamente. Los personajes de esta película no lo entienden así, ya que por una u otra situación, prefieren el putrefacto juego de la infidelidad y la deslealtad.
“Quizás para siempre” no sabe manejar a un gran elenco que intenta rescatar el desastre con su carisma y extraordinaria química. Esta película es una propuesta sin rumbo, simplista y con poca gracia narrativa.
“Quizás para siempre” ya está disponible en cines. Imagen de portada cortesía de Corazon Films.