Conocido por sus películas feel good como Philomena, Florence Foster Jenkins, Victoria y Abdul, Stephen Frears encabeza The Lost King, un filme basado en el libro The King’s Grave: The Search for Richard III escrito por Philippa Langley y Michael Jones. Protagonizado por la estupenda Sally Hawkins como Langley, este es un encantador relato sobre la conciencia histórica y la defensa de las figuras maltratadas por el paso de los años. 

Philippa (Sally Hawkins) es ama de casa y siempre ha mostrado gran gusto por la historia, pero no es hasta que presencia una obra teatral con sus hijos sobre la vida de Ricardo III, que su interés se desborda y desea saber más sobre este enigmático personaje histórico. En su búsqueda, a través de libros y otros materiales de archivo, se percata que los restos de Ricardo III tuvieron un paradero desconocido y en realidad nunca fue como siempre lo pintaron: un tipo jorobado, asesino y usurpador, sino el legítimo rey de Inglaterra, quien siempre sobrepuso a lo suyos. 

Con el paso de los días, Philippa tiene alucinaciones con Ricardo III (Harry Lloyd), quien le pide que lo ayude a retomar su puesto en la historia, y en consecuencia se relaciona con un grupo llamado “Sociedad de Ricardo III”, un club de fans que teorizan sobre Ricardo y su paradero. Philippa está segura dónde está el esqueleto del rey y para hallarlo necesita recursos económicos, la ayuda de la Sociedad, de la Universidad de Leicester y de su familia. 

Cuando se le presiona “play” a una película de Stephen Frears, el espectador sabe lo que posiblemente le espera: un producto sencillo con alto grado de efectividad emocional, musical y actoral y The Lost King no es la excepción. Frears tiene como cabeza del elenco a Sally Hawkins (La forma del agua), quien interpreta a una mujer que se sobrepone a la timidez y la ansiedad social con tal de seguir sus ideales y su corazón; Philippa es un personaje regido por los valores de gratitud y lealtad, que los utiliza para honrar a las personas que considera merecen una redención social e histórica, como Ricardo III. Hawkins perfila a un personaje tierno y calmo, pero con mucha valentía y fuerza emocional para lograr su objetivo.

Durante todo el enternecedor relato, Alexandre Desplat (Guillermo del Toro’s Pinocchio) realza con su música cada una de las secuencias, tanto para darles color como establecer el ritmo cómico o dramático. Además, muchos de los temas musicales resultan por momentos más épicos que lo presentado frente a cámara, lo que señala el poderío de este compositor para crear una vasta y alucinante atmósfera con los instrumentos que utiliza (para muestra escuchar The Lost King Theme)

El punto emocional es abordado desde planteamientos discursivos como el rechazo hacia violencias capacitistas: “¿una columna vertebral torcida equivale a una personalidad retorcida?”, dice Philippa en la defensa de Ricardo III. Por otro lado, se cuestiona el deber ser de los fanáticos, aquellos que confían ciegamente en una causa o una persona, sin revisar los hechos y antecedentes y dejándose llevar por los sentimientos; una cosa es la corazonada, otra es la ignorancia. ¿Hasta qué punto es razonable defender y ensimismarse con una ilusión? 

The Lost King incentiva a cualquier desconocedor de la historia (con especial énfasis en la británica) a adentrarse en materiales, comenzar a revivir viejas historias y conocer a personas que se han ganado el mote de histórico, sin embargo, el filme y sus planteamientos también apelan al contraste y el pensamiento crítico en la formación de ideas propias con respecto a un pasado en concreto. “Nadie es perfecto. Siempre tratamos de demonizar o santificar a la gente”, le comenta un investigador a Philippa. 

“The Lost King” ya está disponible en cines de España. 

Imagen de portada cortesía de Vértigo Films.