¿Recuerdan cuando, a principios de los 2000, Disney intentó alejarse de su fórmula de musical de Broadway para crear cintas animadas de aventuras como “Atlantis, el imperio perdido” o “El planeta del tesoro” y estas pasaron sin pena ni gloria durante sus respectivos estrenos, pero con el tiempo han sido revalorizadas y apreciadas por el público? Bueno, la nueva película del estudio, “Un Mundo Extraño”, se siente bastante similar.

En esta aventura animada nos sumergimos de lleno en el reino de Avalonia, un lugar que al estar restringido de contacto con el exterior por su ubicación en un valle rodeado por montañas, ha motivado a distintos exploradores a emprender numerosas expediciones con el propósito de llegar al otro lado de la cordillera y así llevar a su reino al futuro. Después de que su recurso más preciado se ve en peligro, la líder del lugar (Lucy Liu) decide emprender una misión al centro de la tierra acompañada de Searcher Clade (voz de Jake Gyllenhaal), hijo de un famoso explorador, para así encontrar la raíz del problema. Sin embargo, el viaje se complica cuando Ethan (Jabouki Young-White), el hijo de Searcher, se une a este viaje lleno de grandes y peligrosos descubrimientos, así como reuniones familiares bastante incómodas.  

La cinta, escrita por Qui Nguyen (“Raya y el último dragón”) y dirigida por Don Hall (“Grandes Héroes”), bebe de las novelas de aventuras de Julio Verne y Arthur Conan Doyle, de los seriales de aventuras de los años 50 y de las películas de ciencia ficción de los 60. Desde sus primeros minutos son evidentes todas estas influencias y es interesante ver cómo Nguyen mezcla los tropos de todas estas fuentes para crear un relato enmarcado en el solarpunk (un movimiento literario y cultural en donde se propone un futuro optimista para la humanidad utilizando energías renovables). Lastimosamente los clichés del cine de aventuras, ciencia ficción (cómo los personajes separándose al llegar a un lugar desconocido o esa manía extraña de atacar/disparar primero e investigar después) y de la misma casa productora no permiten que la película despegue de todos los lugares comunes imaginables.

Aunado a los clichés tenemos la trama de las tres generaciones de la familia Clade: el abuelo, Jeager (Dennis Quaid), es un explorador egoísta preocupado solamente por su legado, el padre, Searcher, logró con esfuerzos separarse de la sombra de su padre, pero está demasiado preocupado por no convertirse en él y, finalmente, Ethan, un joven buscando su lugar en el mundo mientras trata de sobrellevar los comportamientos tóxicos de su familia. El mensaje sobre buscar tu propio camino y ser tú mismo ha estado presente en varias de las cintas más recientes de Disney (“Encanto” y “Red” por mencionar algunas) y aquí se siente como el eslabón más débil de todas las líneas argumentales debido a su predictibilidad, factor que convierte al filme en un producto derivativo.

El mensaje más fuerte se encuentra en la misión a cumplir por parte de la familia Clade, quienes logran entender el panorama completo de su situación y se dan cuenta de cómo la actividad que los ha llevado a desarrollar tecnológicamente a su sociedad también está destruyendo el ambiente que los rodea. Esta es una lección fundamental que resuena con nuestra realidad y el daño que los seres humanos le estamos causando a la Tierra, el único hogar que tenemos, al aprovecharnos sin restricciones de los recursos que nos provee. Los personajes entienden su obligación de estar en armonía con el medio para poder sobrevivir y eso se convierte en el centro emocional de la cinta.

Poco se puede decir con respecto a la animación empleada por Disney en sus películas: cada cuadro luce espectacular, rebosa de colores vibrantes y nos presenta un mundo con distintas texturas, plantas y criaturas nuevas nunca antes vistas por las audiencias. Además tenemos grandes secuencias de persecución aéreas que se destacan (y evocan por momentos a “Atlantis”); el diseño de los personajes recuerda a los ya vistos en “Ralph el Demoledor”, “Encanto”, “Raya y el último dragón” o “Enredados”, por lo cual, lastimosamente, se siente repetitivo.

“Un Mundo Extraño” no es la película más original de Disney, pero sin duda tiene un mensaje importante y sumamente necesario para nuestro planeta. Llega a ser predecible a ratos, sin embargo, su giro final vale mucho la pena. Es una lástima la poca publicidad y visibilidad que le está dando la misma compañía, lo cual probablemente esté relacionado a un tema de representación: es otra muestra de la hipocresía de Disney que aquí coloca a un personaje de la comunidad LGBTQ+ al frente de la cinta y al mismo tiempo intenta ocultarla para darle gusto a los sectores más conservadores de la audiencia. 

“Un mundo extraño” ya se encuentra disponible en cines.