Con el paso del tiempo, “Un príncipe en Nueva York” (1988) se convirtió en una de las películas obligadas tanto en el género de comedia como en la filmografía de Eddie Murphy, puesto que retrataba con tintes humorísticos y críticos las diferentes concepciones del mundo con respecto a la riqueza, la pobreza y los juicios raciales.
Luego de treinta y tres años, “Un príncipe en Nueva York 2” continúa la historia del príncipe Akeem, de nuevo interpretado por Murphy, junto a todo el elenco ya conocido para hacer un homenaje a la película original y si bien sigue con fórmulas funcionales y divertidas, aunque no innovadoras, es un hecho que el alma de los personajes mueve a esta nueva entrega, pese a su inminente hundimiento.
Debido a distintas complicaciones en el reino, el príncipe Akeem debe buscar un heredero al trono. La tradición dicta que un varón debe tomar el puesto, así pues vuelve a Queens para buscar a un hijo que procreó cuando estuvo ahí.
Nunca es fácil retomar una historia y sobre todo una con tantos años en el baúl; los actores envejecen, otros mueren, los discursos cambian y sobre todo las audiencias se transforman. Sin embargo, el factor “nostalgia”, criticable durante esta media década, prevalece por encima de todo, y esta película funciona gracias a ello porque es su esencia y objetivo natural: Murphy, Arsenio Hall y James Earl Jones regresan, se integran Morgan Freeman, Leslie Jones, Tracy Morgan y Wesley Snipes; y por otro lado, el reino de Zamunda tiene un poco más de visibilidad y exploración.

La crítica a nivel cultural y social que la anterior película había planteado y desarrollado, aquí se deja de lado para darle paso al gozo, la música y el baile; surgen nuevos discursos en torno al lugar político de la mujer, los cuales, independientemente del desarrollo melodramático, son orgánicos dada la previa construcción cultural de cada género.
“Un Príncipe en Nueva York 2” es para fanáticos y audiencias que disfrutaron de la primera entrega, pero ya no es únicamente una película de Murphy. La batuta principal es otorgada al comediante Jermaine Fowler quien interpreta al hijo perdido de Akeem, Lavelle Junson, y si bien se agradece la expansión de personajes y situaciones, no existe un sólido interés por estos nuevos protagónicos; no por las secas actuaciones o sus condescendientes construcciones, sino porque únicamente existen para generar conflicto, alargar la historia y sofocar el ritmo.
Por otra parte, el director Craig Brewer confecciona un humor gastado, pero no por eso menos divertido y es que el carisma de los histriones rescata de hundirse hasta el más soso comentario. No hay ideas elocuentes ni lúcidas, sólo una ejecución por inercia.
“Un Príncipe en Nueva York 2” continúa el legado de personajes de la primera cinta. En el camino se pierde y no es tan hábil, no le interesa mucho solventar discursos políticos y raciales, simplemente busca divertir a la audiencia y tratar de gustar. Nostalgia funcional.
“Un Príncipe en Nueva York 2” ya está disponible en Amazon Prime Video.