Hace poco me topé en Twitter con una persona pidiendo ayuda para encontrar a su perrito que acababa de ser robado (afortunadamente más tarde lo recuperó) y me sorprendió ver que, en las respuestas, si bien había gente ayudando, también había muchísimas personas insultándola y culpándola del robo. No tiene sentido pero eso es algo con lo que te pudes encontrar a diario en redes sociales y el mundo. Esta violencia irracional es lo que evoca Vincent Must Die, impredecible película de Stéphan Castang.

Vincent (Karim Leklou) es un tipo ordinario que trabaja como diseñador gráfico. Un día comienza a ser atacado de manera aleatoria y sin motivo alguno por colegas y extraños, desde carteros hasta niños. Como nadie le cree y los violentos ataques son desencadenados por contacto visual, Vincent decide irse lejos de la ciudad para intentar comenzar una nueva vida.

El guion de Mathieu Naert no está interesado en explicar el origen de este femoneno, sino explorar sus consecuencias psicológicas en un protagonista cada vez más alienado de la sociedad, y es por ello que la paranoia abunda en la película. Karim Leklou (“Playground”) tiene una inocencia natural que lo hace ideal para el rol protagónico, pues nos vende muy bien la idea de un Vincent abrumado por su predicamento: no sabe ni hacia donde voltear porque cualquier persona podría atacarlo de la nada.

La aleatoriedad con la que ocurren los ataques es como una extrapolación de la violencia cada vez más prominente que existe en el mundo. Vincent solo quiere hacer su vida normal pero en cada esquina se encuentra con violencia irracional que lo impide. Me recuerda cuando, aquí en la siempre iracunda y neurótica Ciudad de México, extraños pasándose el alto me insultan por literalmente cruzar la calle cuando me corresponde. Es inaudito y no tiene sentido, pero es algo que ocurre a menudo. 

Y es a partir de esta irreverencia que Vincent Must Die adquiere tintes de farsa, pues además de la exageración de la premisa, existe cierta irreverencia en la manera en cómo ocurren los ataques a su protagonista. Castang hace un buen trabajo balanceando el thriller con algunos elementos cómicos y hasta de acción; encontramos ciertas vibras de película de zombies y un score original que recuerda al cine de Carpenter.

Los problemas de la película surgen a raíz de su carencia de compromiso con la premisa. Es difícil comprar la idea central porque el personaje principal es muy torpe: a pesar de ser víctima de varios ataques, hace un pésimo trabajo por evitarlos. Si bien el fundamento de la trama es tener a un hombre ordinario intentando hacer su vida normal, las erráticas actuaciones de Vincent causan desesperación y una desconexión empática. Esto a su vez provoca que, por momentos, te olvides del aspecto de soledad de la historia y más bien te distraigas pensando en decenas de soluciones obvias a sus problemas. La dirección de Castang no logra compensar las falencias de un guion que falla en justificar su mundo.

Sin embargo, la película no deja de ser impredecible y entretenida, pues además de que la paranoia nunca acaba y nunca sabes con certeza hacia donde va la historia, la aparición y prominencia de dos nuevos personajes le dan nuevas alas a la película justo cuando más las necesita. 

Vimala Pons es magnífica como una mesera marginada que ayuda a cambiar el tono del filme, mientras que la presencia de un adorable perro pitbull llamado Sultan inserta una valiosa reflexión animalista creada a partir del contraste entre su tranquilidad y la violencia de los ataques humanos; erróneamente los pitbulls suelen ser etiquetados como seres violentos cuando en realidad, si existe, esa violencia es culpa directa de los humanos. El personaje de Sultan nos pemite ver cómo los animales nunca son violentos, son los humanos los que se destruyen entre sí. 

Vincent Must Die termina siendo una película sobre marginados que si bien falla en profundizar en sus reflexiones sobre aislamiento, funciona como una cautivadora metáfora de la violencia innecesaria, y a veces inexplicable, que es cada vez más frecuente en nuestra sociedad.

“Vincent Must Die” tuvo su estreno mundial en la Semana de la Crítica de Cannes 2023.

Foto de portada cortesía de THE PR FACTORY.