¿Qué es lo que le da alma a una película? Aunque se habla mucho de este término, es difícil describir qué es: va más allá de la calidad de la historia y los aspectos técnicos, pues no es raro leer sobre películas bien hechas pero “sin alma”. Sin embargo, aunque no es algo sencillo de explicar, la audiencia lo puede reconocer enseguida: esa cualidad que tienen las películas hechas con amor, con pasión. Creo que pocos trabajos explican tan bien este concepto como Once Upon a Time in Uganda, de la directora Cathryne Czubek, quien nos transporta a Wakaliwood, un mundo de explosiones, artes marciales y mucha diversión.
El creador de este curioso estudio de cine es Isaac Nabwana (conocido como Nabwana I.G.G.), quien vive en Wakaliga, un barrio de pocos recursos en Uganda. Nabwana es un soñador y su mayor anhelo era hacer películas, pero no de cualquier tipo: películas de acción como las que lo hicieron amar el cine, aquellas protagonizadas por Chuck Norris o Bruce Lee. Es así como, con mucho ingenio y apoyo de todo el barrio, se ha dedicado por años a hacer filmes de bajo presupuesto (a lo mucho 200 dólares) en los cuales lleva a pantalla sus alocadas historias con golpes y metralletas.
Aunque no cuenta con el presupuesto de películas como Transformers o Rápidos y furiosos, lo que le falta en dólares le sobra en ingenio. Con técnicas bastante inteligentes, el director crea historias llenas de vida cuyo mayor éxito es siempre enfocarse en la diversión de la audiencia por sobre todas las cosas. Once Upon a Time in Uganda nos muestra el detrás de cámaras de este encantador estudio: vemos cómo con ayuda de una destartalada pantalla verde, unos cuantos tubos, un esqueleto de coche y la población de Wakaliga, Nabwana ha conseguido crear toda una maquinaria a través de la cualla gente olvidada por las clases acomodadas del país puede verse reflejada en pantalla e incluso participar en ella. Su contagioso entusiasmo ha movilizado a muchos a seguirlo, al punto de que ya hasta cuenta con una escuela de artes marciales para niños, los futuros actores de Wakaliwood.
Este entusiasmo irresistible llama la atención de Alan Hofmanis, un neoyorquino que estaba desencantado del mundo del cine y de su vida citadina. Tras ver los videos de Wakaliwood en YouTube lo deja todo, se muda a Uganda y se convierte en la mano derecha de Nabwana. Con elementos de western, tensión y mucha comedia, Once Upon a Time in Uganda sigue la amistad de estos dos soñadores y sus esfuerzos por llevar estas singulares películas al resto del mundo e intentar hacerlas rentables. Alan e Isaac son dos personajes entrañables, cuya amistad y amor por lo que hacen basta para que el espectador quiera adentrarse más en este mundo y ver todo lo que tiene por ofrecer.
El guion del documental está perfectamente estructurado, pues nos presenta en un inicio la belleza de Wakaliwood, solo para después mostrarnos el conflicto de vivir del arte en un sistema capitalista. ¿Cómo puede un creador mantenerse fiel a su sueño cuando vive en la pobreza y necesita dinero para vivir? ¿Por qué alguien que ha logrado crear un estudio desde cero y que produce muchas películas llenas de alma no es visto por todo el mundo? En medio de todo el encanto de las películas de Nabwana, este dilema constante amenaza con destruirlo todo.
Este documental presenta una historia que nos recuerda lo que es ser un verdadero artista y lo complejo del proceso de creación: no se trata de un cineasta que hace películas nada más para sí mismo y para ganar unos cuantos premios en festivales, sino que es alguien con una verdadera pasión por crear y compartir su visión con los demás. La directora nos ofrece un vistazo a una industria que no es movida por la ambición o la fama, sino por el amor hacia los espectadores y al cine que ellos disfrutan ver. Nos muestra a alguien que, sin importar las circunstancias o adversidades, siempre encontrará la forma de darle rienda suelta a su creatividad.
Once Upon a Time in Uganda es un documental que le hace justicia a la locura y entusiasmo de Wakaliwood: es en sí mismo un trabajo hecho con amor en el que una artista reconoce en el otro esa fascinación por contar historias. Cathryne Czubek y su equipo logran llevar la inspiración de Nabwana a la pantalla y capturar cómo sus filmes de bajo presupuesto cuentan con mucha más alma que varios blockbusters de Hollywood.
“Once Upon a Time in Uganda” ya se encuentra en cines estadounidenses como parte del Alamo Drafthouse’s Fantastic Fest. Llegará a plataformas digitales el 25 de julio. Imagen de portada cortesía de Yellow Veil Pictures.
Si quieres conocer más de la magia y locura de Wakaliwood, puedes encontrar dos de sus películas gratis en YouTube: Who Killed Captain Alex? y Bad Black.