En su largometraje debut “La Dosis”, el director argentino Martín Kraut nos plantea una fascinante exploración de la eutanasia a través de la historia de dos enfermeros que matan a sus pacientes en la Unidad de Cuidados Intensivos. Uno de ellos lo hace por piedad… pero el otro por placer. Como parte de nuestra cobertura de Fantasia Fest 2020, tuve oportunidad de charlar con Kraut acerca de sus influencias para hacer la película, su equipo de trabajo, los sistemas de salud, la industria del cine en Argentina, y mucho más.

La idea para “La Dosis” surgió de un caso real en el que dos enfermeros mataron a múltiples pacientes en Montevideo en 2012. De hecho, uno de ellos era ‘grandote’ y sirvió como inspiración para el personaje de Marcos.

“Fue un caso bastante conocido en su momento. Cuando se comenzaron a hacer las pericias en los cuerpos de las víctimas, se dieron cuenta de que eran personas que ya estaban muy mal, por lo que no se pudieron probar los asesinatos y como consecuencia, los enfermeros salieron libres después de un par de años de estar en la cárcel”, dijo Kraut. 

A partir de ese punto, Kraut decidió alejarse un poco de los hechos verdaderos para hacer su propia historia… y es que entre los acontecimientos reales se podían encontrar cosas muy locas.

“Resulta que el enfermero en el que me basé para hacer a mi protagonista era gay, estaba casado con un umbanda (un grupo espiritual que hace sacrificios) y era hijo de una mujer que mató a su primer marido y aprendió a ser enfermera en la cárcel. Si ponía todo eso en la película no me lo creía nadie. Y así, fui descartando todas esas cosas reales y armé mi propia historia”, explicó el director. “‘La Dosis’ nació de ese caso, pero fui descubriendo otros. Había uno en Alemania de un tipo llamado Niels Högel, el asesino serial más grande desde el nazismo. El tipo era gordo y grandote, mató a más de 70 personas y dijo que cometía los asesinatos porque estaba aburrido. Además, como mis personajes, sabía cómo quedar bien con los médicos, pues le daba una dosis tremenda a alguien para que quedara agonizando y cuando venían los médicos, él ya sabía lo que tenía el tipo, lo trataba e impresionaba a los doctores. A partir de esos casos surgió mi guión”.

Alguna vez leí a Kraut referenciando una cita del maestro Mauricio Kartun sobre la importancia de atrapar al espectador y “decirle un poema al oído”. Entonces, ¿qué poema nos está diciendo “La Dosis”?

“El poema es de cada uno. Hay temáticas de la vida y la muerte, de la soledad, de las consecuencias de un trabajo agotante. También siempre me ha interesado esto que llaman el ‘encarnizamiento’ médico y hasta donde tiene sentido estirar una vida. Sin embargo, en general trato de no escribir con una idea fija”, dijo Kraut. “Algo muy lindo que me pasó con esta experiencia en Fantasia 2020 es que han salido muchas notas sobre la película. Es muy bonito leer las interpretaciones y aún más cuando alguien interpreta algo que yo no pensé. Es muy lindo porque la película deja de ser tuya. Leí a alguien haciendo una interpretación con la etimología de los nombres y algo de que ‘Marcos’ viene del Dios de la guerra… y ¡qué maravilloso! Es lo lindo del arte. La película no es mía, es de quien la ve, no de quien la hace”.

Además de hablar sobre eutanasia, el filme tiene una crítica muy importante contra la precaria situación económica del personal de salud. Y el timing parece perfecto, pues con la emergencia sanitaria, sería correcto que cambien las cosas en la sociedad y el personal de salud sea valorado como lo merece. ¿Cambiarán las cosas?

“Ojalá que sí. Lo veo muy difícil porque como todo lo que es pasajero en la vida humana, pronto nos vamos a olvidar”, dijo Martín Kraut. “Acá pasó algo muy patético. Cuando empezó la pandemia y teníamos 50 contagiados por día, a las 9 de la noche la gente salía y aplaudía a los médicos. Ahora que estamos con 10,000 contagiados por día, ya abrieron los bares y la gente va a tomar como si nada. ¡Por favor, prefiero que no aplaudas pero que te reserves un poco! Acá en general los médicos, así como los maestros, son muy poco valorados. Supongo que en México y otros países tercermundistas pasa lo mismo. Los médicos europeos andan en un Audi pero acá no… y sinceramente no creo que pase mucho después de todo esto”.

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Y es que el filme no solo habla de la infravalorada situación del personal de salud, sino también de cómo están acomodadas las jerarquías en el mundo médico y el rol del enfermero en el cuidado humano.

“No es lo mismo un enfermero que es literalmente el que junta la mierda, que el médico que tiene la vida del paciente en sus manos. Acá se subvierte un poco eso porque los enfermeros deciden tomar ese lugar. Para mí era interesante contar algo relacionado al sistema médico porque uno sabe que en el hospital hay un lado humano, pero a veces solo somos números”, dijo. “Todos hemos tenido un abuelo o abuela que fue a un hospital, y así como hubo alguien divino que te trata bien, hay gente que te trata como número y no te valora. Y también lo entiendo porque no puedes ir a llorar al baño por cada uno que llega o muere, eso es imposible. A veces hay una cosa muy distante de los médicos y al enfermero le toca ese lado de humanidad, de ser quien te cuida y tiene un contacto más cercano. Era importante contar un poco eso: que el sistema médico tiene un lado oscuro o difícil”.

Para poder realizar el filme, Kraut y su productor Pablo Chernov participaron (y ganaron) un concurso de guión de ópera prima realizado por el Instituto de Cine de Argentina. “Es una enorme suerte tener un instituto que te da todo el dinero para desarrollar el proyecto. Obviamente eligen películas que se puedan realizar con el dinero que te dan y por eso la mandé a ese concurso”, explicó. “Fue muy lindo tener la posibilidad de hacer tu primer película en pequeña escala pero con todo lo necesario. Tuve un equipo muy talentoso: un director de fotografía que terminó y se fue a trabajar a Netflix, la vestuarista ha hecho más de 50 películas y el sonidista venía de trabajar con Lucrecia Martel. Esa fue nuestra idea desde el principio: rodearme de un equipo experimentado para ayudarme. Gracias a eso no fue un proceso difícil. Fluyó bastante bien”.

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Con ayuda de su equipo, Kraut filmó la película sin muchos contratiempos. “Soy bastante tranquilo pero en la previa estuve esperando a que me llegara un ataque de pánico… y eso nunca pasó. El rodaje funcionó bastante bien”, dijo el director.

El desafío más complicado para el equipo fue encontrar la locación para filmar. “Necesitábamos una sala de terapia intensiva que nos dejaran usar y que no estuviera en uso porque obviamente no le iba a pedir a un hospital que sacaran a todos por 20 días para grabar. Afortunadamente conseguimos un hospital 90% abandonado que se utiliza mucho como locación”.

Dentro de todo este proceso, para Kraut fue importante reconocer sus limitaciones y dejarse ayudar por su equipo. 

“En general, pienso que dirigir es como un embudo en donde van muchas cosas. Yo soy músico (todavía toco el bajo), me gusta editar, escribir y fotografía. Creo que me ayudó mucho el tener un compendio de esas cosas. Al tener todos los componentes, cuando editas o filmas te puedes dar cuenta de muchas cosas. Es bueno saber de todo pero también apoyarse de otros cuando no sabes algo”, explicó. “Definitivamente me siento más cómodo dirigiendo que haciendo otras cosas. Yo soy obsesivo con algunas cosas y tenía un archivo de Excel con todos los planos de la película. Nadie me dice que soy talentoso, más bien me dice que soy prolijo. Y claro, llegas con la idea al set, pones la cámara y en la ejecución, es una mierda lo que pensaste. Es algo que me pasa. Por lo tanto, fue muy importante tener a Gustavo Biazzi como director de fotografía. Yo me doy el mérito de que trabajé muy bien con él porque replanteamos muchas cosas durante el rodaje”. 

Uno de estos ‘replanteamientos’ involucró cambiar el mismísimo final de la película. 

“El final que tiene la película lo pensamos en equipo durante el rodaje. Eso fue de lo más interesante”, dijo Martín Kraut. “La película terminaba con Marcos matando a Gabriel con la jeringa para luego entregarse a la policía y tras llegar a la cárcel, acababa como enfermero. Era un buen final, pero algo de la ‘redención de matar al malo’ nunca me terminó de gustar. Lo fui charlando con Carlos Portaluppi, tuvimos reuniones y terminamos rodando dos finales. Más que difícil, fue apasionante sentir cómo todo esto cambiaba y mejorábamos el guión”.

En la película, Carlos Portaluppi interpreta al protagonista Marcos, un enfermero solitario y muy responsable que lleva trabajando 20 años en el mismo hospital. Kraut nos contó sobre su casting.

El personaje de Marcos es un tipo grande con vulnerabilidades y Carlos siempre me gustó mucho para el papel. Yo lo llamé por teléfono y le conté la película. Él tuvo una experiencia muy dura: su hermano se hizo un bypass gástrico, salió mal y murió después de muchos meses con el estómago abierto en un hospital de Buenos Aires. Carlos fue su enfermero durante meses, le vio las tripas abiertas y hasta lo coció. Así que inmediatamente quiso hacer la película. Yo ni le había mandado el guión, pero me dijo que sería una forma de transitar la experiencia con su hermano”, dijo Martín Kraut sobre Portaluppi. “En sus personajes, Carlos es un tipo duro pero tierno y siempre lo quieres abrazar. Y así es en la vida real. Es muy querible y siempre me manda mensajes diciéndome que me quiere. Es un divino, una persona maravillosa con quien estoy muy agradecido. Y en el rodaje, es de esos tipos muy profesionales que saluda a todos. Un genio”.

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Del otro lado, Ignacio Rogers interpreta a Gabriel, un enfermero animado, proactivo, preguntón y con una perturbadora fascinación por acabar con el sufrimiento de los pacientes. 

“El personaje de Ignacio [Rogers] fue más difícil. Mi primera elección era Nahuel Pérez Biscayart, un gran actor argentino. Sin embargo, cuando lo elegí justo le estaba yendo muy bien con la película ‘120 pulsaciones por minuto’ e incluso ganó premios. Me dijo que no y eso terminó siendo bueno”, dijo. “Yo no conocía a Ignacio. Me lo recomendaron, lo estudié y me gustó. Fue muy lindo ver cómo se encontraba con el personaje. Yo me llevo bien con los actores. Para mí es muy importante llevar el barco al puerto, pero que en ese barco nos llevemos bien”.

Esa actitud y el buen trabajo en equipo propició un gran ambiente y algunas anécdotas muy divertidas…

“Una cosa graciosa de la película es que Lucrecia, la paciente grosera que Gabriel mata, es interpretada por la madre de Nacho [Rogers], así que le dije: ‘aquí te resolví años de terapia’”, dijo Kraut.

Ya tenemos una idea de cómo es que la pandemia ha causado estragos en la industria mexicana del cine, pero también es importante saber cómo lo están pasando en Latinoamérica y en este caso, Argentina.

“Muy difícil. Yo hago trabajos chiquitos como filmar, editar o hacer contenido de redes y por lo mismo, no lo he sufrido tanto. En general somos afortunados porque entre el Instituto de Cine de Argentina, las series y la publicidad, hay muchos que todavía tenemos trabajo. De a poquito va reviviendo”, explicó. “Sin embargo, como debe estar pasando en todos lados, los que dependen del rodaje están jodidísimos. Ahorita está de moda comprar verdura orgánica y cosas naturales. A la que le compro las bolsas de verduras es a una asistente de cámara. Con eso te explico todo. Es una mujer que trabaja con Gustavo Biazzi, ha dirigido películas y ha ido a festivales. Es una mujer muy talentosa… Está repartiendo bolsas de verduras. Con eso te explico cómo es que aquí la gente está intentando sostener una situación”. 

Además de “La Dosis”, Martín Kraut tiene un curriculum muy interesante en donde podemos encontrar algunos trabajos documentales para la televisión danesa. Y el director ha tenido algunas ideas para incursionar en este tipo de película.

“El Instituto de Cine me dio el premio para hacer ‘La Dosis’, pero antes yo presenté proyectos para hacer documentales y ninguno salió. Me gusta el documental pero no he podido probar si soy bueno haciéndolos”, nos contó. Su primera propuesta fue sobre fugas en centros clandestinos de detención. “Durante la dictadura hubo más de 500 centros clandestinos y 30 mil desaparecidos, y como fotógrafo hice una muestra de eso. Durante el proceso me enteré de algunas fugas que fueron increíbles: no es una fuga de una cárcel, es una fuga de una casa donde te tienen atado y torturado. Habían casos muy interesantes, así que metí el proyecto. El INCA elegía a tres y yo quedé cuarto. Me quise matar”. Además, Martín Kraut tenía otra idea sobre turismo en temporada baja. “Era mostrar los destinos turísticos de Argentina durante temporada baja porque acá es muy marcada la diferencia. A mí me interesaba mucho pero al INCA no, así que no lo pudimos hacer”. 

Después de trabajar en “La Dosis”, Martín Kraut ya trabaja en otro largometraje. “Estoy escribiendo una historia de espías e infiltrados. Aquí en Argentina los servicios de inteligencia son muy bravos y ésta es una historia real de un tipo que se infiltró en una agencia de noticias. Es un relato de espías sin glamour. También estoy con un proyecto documental que estoy escribiendo con una socia”, dijo. “Hemos metido a concurso algunas cosas y pues, hay que participar hasta que ganemos. Alguno saldrá y si no el mundo del cine tiene su propia forma de decirte que debes intentar otras cosas. Todas las noches voy a dormir pensando en qué buena película puedo hacer y siempre me duermo antes de lograrlo”.

“La Dosis” tuvo su estreno norteamericano en Fantasia Fest 2020 y si la situación pandémica lo permite, llegará a cines argentinos el 23 de octubre.

La Dosis Poster