Por Luis Servin. Mi primer contacto con la franquicia de James Bond lo tuve a los 14 años cuando mi padre decidiera mostrar Skyfall a mis hermanos y a mí. La experiencia fue inolvidable, no sabía si lo que veía tenía relación o no con las otras películas de la saga (en aquellos momentos desconocía que eran 23 películas antes) ignoraba completamente los nombres de Roger Deakins, Daniel Craig o Sam Mendes. Las siguientes películas, por lo menos las más recientes, no las vi enseguida pues seguía embelesado con Skyfall, me encantaba (encanta) su inicio en el medio de la acción, las peleas, la cuasi muerte del héroe en los primeros minutos me dejó con la boca abierta, la persecución en el metro de Londres, la batalla final estilo “Mi pobre angelito”…  todo eso me atrajo inmediatamente, no solo porque se trataba de una gran película de James Bond sino porque era un gran thriller de acción en general. Mi siguiente experiencia con la franquicia llegaría dos años después.

Spectre en México fue un fenómeno de proporciones colosales. No sólo el gobierno se inventó un desfile de día de muertos como el que sale en la película sino que tuvimos la premiere de la cinta y además todo mundo hablaba de la filmación en las calles de la ciudad (debo confesar que como buen chilango me he recorrido todas las calles con las que armaron su avenida del desfile y cada que paso por ahí sonrío diciéndome “aquí filmaron una de James Bond”).

Cuando la película entró en producción, todos en Hollywood querían (quieren) subirse al carrito de las franquicias a largo plazo al estilo Marvel, y James Bond no se iba a quedar atrás por lo que Spectre se escribió y diseñó para ser esa película que juntara a las anteriores de la era Craig. Había un mega villano detrás de todo, el sufrimiento que Bond había soportado en las cintas que le precedieron… todo era obra de este malo malote encarnado por Hans Landa… digo, Christoph Waltz y el resultado fue… ¿decepcionante? ¿Esa sería la palabra? Lo discutiremos en otra ocasión porque me estoy saliendo del tema. Como digo, la película juntaría las otras tres. Y yo, adolescente de 16 años, solamente había visto una, así que conseguí las primeras dos (Casino Royale y Quantum of Solace) y las vi. Recuerdo que Casino me generó una impresión similar a Skyfall pero me perdía mucho en los juegos de póker porque no sabía nada sobre jugar cartas. Hoy me parece una de las mejores entregas de la saga pero en aquel momento, aunque la disfruté, la verdad es que no la entendía del todo.

Estoy seguro de que vi Quantum a los 16 años y a esa tierna edad me pareció muy aburrida. Tras acabarla, solo recordaba lo básico (Bolivia, desierto, avión, Bond en busca de venganza) pero hasta ahí. 

Fui al cine a ver Spectre, me encantó la secuencia en México, me aburrí, me gustó la pelea en el tren, me volví a aburrir y nunca me volvió a captar la maldita película. A partir de ahí me mantuve al tanto sobre los rumores y noticias respecto a la siguiente película, también volví a ver Skyfall como mil veces, y me emocionaba mucho que Danny Boyle la fuera a dirigir DannyBoyleacabadedejarlaproduccióndelapelículapordiferenciascreativas… ok… como iba diciendo, me emocionaba la idea de ver a Cary Fukunaga (¿quién? ¿El que iba a hacer It pero a Warner le dio miedo su versión?) dirigiendo la cinta y también el hecho de que la vendieran como la última película de Daniel Craig en el papel.

Y ahí estaba yo, a semanas del estreno de la película en marzo de 2020, sentado en la universidad esperando entrar a una de mis clases, ¡Oh! Revisaré mi Facebook para ver qué nuevas noticias y memes encuentro… ¡Maldita sea! Acaban de retrasar No time to die por el coronavirus ¿Qué rayos es el coronavirus y por qué retrasan mi película más esperada del año por su culpa? y ese fue mi último día de clases presenciales. Retrasaron la película dos, tres veces más, me gradué, seguimos encerrados en casa después de eventos catastróficos que han cobrado la vida de muchísimas personas. El mundo cambió para siempre.

Cuando la película fue retrasada la primera vez y aún tenía fecha de estreno en noviembre de 2020, a principios de la cuarentena me dije “podría aprovechar el tiempo y ver las 20 películas que no he visto de la franquicia” y en julio del año pasado por fin inicié mi recorrido cronológico por las flipantes aventuras de Jaime Bond, agente secreto de recontra espionaje. Dr. No fue rarísima de ver, en general las primeras cinco películas fueron impactantes para mí. Para nada estaba acostumbrado al ritmo,  estilo y  comportamientos socioculturales de aquellos alocados años sesenta y para cuando terminé la cinta, en mi cabeza solo flotaba un pensamiento “Esto es malísimo ¿A quién se le ocurrió que podían sacar veintipico de películas?”. No iré película a película compartiendo mis pensamientos porque el texto se haría eterno pero, de la era de Sean Connery (Dr. No, From Russia With Love, Goldfinger, Thunderbolt y You Only Live Twice) debo destacar Goldfinger que me parece una de las mejores películas de la franquicia, top cinco fácilmente, y que literal cimenta toda la saga en estilo visual, narrativo y de tropos y clichés; todo lo que es James Bond está aquí como lo hemos venido viendo por 59 años. También recomendaría ver You Only Live Twice, está chistosa, tiene un ritmo más acelerado y el tercer acto es genial.

Luego vinieron dos entregas extrañas, una buena y una mala: On Her Majesty’s Secret Service y Diamonds Are Forever, la primera como la única película de George Lazenby en el papel y la segunda, el regreso de Sean Connery al personaje. On Her Majesty’s Secret Service es genial, vertiginosa, tiene secuencias de acción alucinantes, paisajes bellísimos y una fotografía magnífica, además de que la historia te atrapa al primer instante; también es la primera vez que se cambia de actor y como uno viene acostumbrado a ver a Connery, se siente algo extraña pero al final acabas convencido y hasta te preguntas ¿por qué Lazenby no hizo más películas? Diamonds es lo opuesto y no vale tanto la pena detenerse a hablar de ella, deberías evitarla.

Llegamos a Roger Moore, el actor que más veces ha interpretado al agente británico y en más películas, siete en total: Live and Let Die, The Man with the Golden Gun, The Spy Who Loved Me, Moonraker, For Your Eyes Only, Octopussy y A View to a Kill. Las películas de Moore son una locura andante, sus tramas abarcan todo tipo de temas (todo), desde magia vudú, enanos asesinos, circos de mujeres letales, hombres de manos palmeadas buscando hundir la tierra, gigantes con dientes de metal, naves espaciales, peleas láser, submarinos y separación de placas tectónicas. Los setentas y ochentas fueron extraños para Bond, no hay duda. Desgraciadamente no todas sus películas son buenas, la mayoría no lo son ante mis ojos y aquí es cuando debe recordar, querido lector, que esta es mi opinión personal, por lo que yo destacaría solamente dos: Moonraker y For Your Eyes Only. Debe creer que estoy loco si quiero recomendarle que vea Moonraker considerada por hordas de fanáticos como la peor película jamás hecha de 007 pero, escúcheme, se trata de una cosa tan curiosa, ridícula y fantasiosa que uno no puede dejarla pasar, se reirá usted más que en comedia de Adam Sandler. For Your Eyes Only es, al contrario, la película protagonizada por Moore más anclada en la realidad y eso la hace fantástica después de todas las payasadas que hemos visto. Moore es carismático y se nota que se divierte muchísimo en el papel; cuando llegas al final de sus películas se siente extraño ver a otro actor encarnar al agente.

Lo que sigue es Timothy Dalton a quien solo le concedieron dos entregas: The Living Daylights y License to Kill. De esas dos nos quedamos con License porque ahí es donde Dalton hace suyo el personaje: tenemos a un Bond más salvaje y errático en busca de venganza, algo similar a lo que veremos en Quantum, y eso se siente como una bocanada de aire fresco, es algo así como el Temple of Doom de estas películas pues para la época si fue muy, muy oscura en comparación de las alegres aventuras de Moore. Dalton se siente extraño en el papel pero es en su segunda película donde brilla más porque no quiere ser un héroe de acción: es un asesino entrenado y sanguinario en busca de una revancha.

Pierce Brosnan entra a mediados de los años noventa y sus películas empiezan bien pero llega un momento en el que decaen y ya no tienen ni pies ni cabeza. Goldeneye, Tomorrow Never Dies, The World Is Not Enough y Die Another Day son las cuatro películas que conforman a uno de los James Bond más recordados y queridos por el público. Supongo eso ya que el actor es guapo porque las cintas  están lejos de ser las mejores. Goldeneye es la única que se defiende bastante bien porque se aleja de muchos elementos comunes para la franquicia y es que después de cierto número de películas, la cosa se empieza a poner bastante repetitiva: los rusos se robaron una bomba, un millonario quiere destruir el mundo, alguien contrató un asesino para matar a Bond, etc… Goldeneye refrescó la franquicia porque hacía muchas cosas distintas, evitaba ciertos personajes ya conocidos y daba un villano interesantísimo encarnado por un gran actor (Sean Bean). Las otras películas de Brosnan igualmente son modernas hasta cierto punto; el mundo salió de la guerra fría y los villanos ya no eran rusos sino genios de las telecomunicaciones que buscan manipular a la gente mediante fake news, magnates del petróleo o los norcoreanos (que afortunadamente no se vuelven los nuevos rusos de la franquicia). Se nota que hay un verdadero interés por hacer cosas nuevas pero desgraciadamente se recargan mucho en el CGI (nuevo para la época), en tramas que van rayando, de nuevo, en los terrenos de la ciencia ficción, en los aparatos y en la comedia. Casi siempre la primera hora de las películas de Brosnan es bastante disfrutable y la segunda es un despropósito de efectos y de complicaciones absurdas.

En 2006 se “reinició” la franquicia con la llegada de Daniel Craig y a partir de ahí vemos un cambio en la dirección y se siente natural. Para principios de los 2000, en el mercado ya había competencia en el terreno de los espías con franquicias como Mission: Impossible o Bourne consolidándose y dando mejores resultados. Como respuesta nos dieron un Bond anclado completamente en la realidad, vulnerable, primerizo, presa de sus emociones: una persona de verdad más que un monigote que golpea y seduce mujeres.

¿Con qué me quedo después de 24 películas? Pues es cansado, no puedo decirlo de otra manera. Si las ves seguidas o dejando un periodo de tiempo muy corto entre ellas, empiezas a notar los patrones, los clichés, los errores. Se vuelve algo tedioso pero no por eso menos disfrutable. Hay películas muy buenas dentro de la franquicia así como también hay malas, tienen ritmos extraños, cosas que hoy serían imperdonables, pero si las ponemos en contexto uno puede adentrarse en esta experiencia fílmica llamada James Bond.

Supongo que el futuro de la franquicia dependerá mucho de No Time to Die ya que, después de 24 películas y 60 años de Bond, yo sí me cuestionaría la relevancia que tendría conservar esta saga en la actualidad.