Esta semana llega a salas mexicanas “Last Night in Soho” la nueva cinta de horror y misterio del director inglés Edgar Wright (conocido por dirigir la famosa trilogía del Cornetto) quien promete un ambiente de terror muy similar al que impera en las cintas del italiano Dario Argento (“Suspiria” de 1977 es un buen ejemplo). Sin embargo, en esta ocasión no vengo a hablarles del estreno de la semana, más bien quiero invitarlos a revisitar juntos una de las películas más divertidas de la filmografía de Wright y también una de las más extrañas piezas cinematográficas modernas: “Scott Pilgrim vs. The World”, una película donde se conjuntan cómics, videojuegos, música y el particular estilo del director.

“Scott Pilgrim” es, originalmente, una novela gráfica escrita por el canadiense Bryan Lee O’Malley basada ligeramente en su vida. El cómic sigue a Scott Pilgrim (Michael Cera), un veinteañero irresponsable tratando de abrirse paso junto con su banda por el complicado y competitivo mundo de la música independiente, al mismo tiempo llega a su vida Ramona Flowers (Mary Elizabeth Winstead), una chica estadounidense con un misterioso pasado y un secreto que pondrá en peligro la vida de Scott: para poder salir románticamente con Ramona deberá enfrentar en batallas a muerte a sus siete exnovios malvados.

Lo sé, suena rarísima la trama, pero eso mismo fue lo que llamó la atención de Wright, tanto así como para producirla y dirigirla entre la segunda y la tercera película de la trilogía Cornetto (“Shaun of the Dead”, “Hot Fuzz” y “The World’s End”). El director abraza toda la rareza y lenguaje visual de las historietas y lo traslada a la pantalla de manera fiel, con ligeras diferencias, creando una cinta con un estilo único donde vemos cosas imposibles, batallas legendarias, textos volando, cuadros de diálogos y muchas, muchas, muchas referencias a videojuegos y música underground. El proyecto desborda pasión por donde se le quiera ver, algo pocas veces visto hoy en día.

El Cómic

Existe una regla en el mundo del cine, a veces se respeta y a veces no, en inglés dice lo siguiente: Show, don’t tell, se traduciría como “Muestra, no digas” y se refiere a que el cine es primordialmente un medio audiovisual, por lo tanto toda la información debe dársele al espectador de manera visual usando el vestuario, diseño de producción, arte o por medio del sonido, efectos, banda sonora o música. Como menciono, muchísimos directores (Hitchcock o Del Toro por mencionar algunos) siguen esto al pie de la letra, sin embargo hay otros que constantemente bombardean a quienes vemos la película con diálogos explicándolo todo, convirtiendo las cintas en monólogos interminables donde los personajes te dicen todo sobre ellos e inclusive llegan a verbalizar emociones o necesidades dramáticas.

Wright pertenece a la primera clase de directores y con el paso de los años ha desarrollado un estilo visual muy particular: el uso de jump cuts, elipsis y transiciones que nos van revelando todo lo necesario para seguir avanzando la trama. En “Scott Pilgrim” va un paso más allá pues inserta onomatopeyas, cuadros de texto y elementos más cercanos al cómic o al videojuego; hay momentos donde su puesta en cámara refleja la misma naturaleza del material de origen de la obra pues algunos sets son separados de otros por medio de tubos, postes de luz o paredes y el director emplea travelings para irlos recorriendo uno a uno como si estuviéramos leyendo un cómic y cambiáramos de viñeta.

Utiliza cuadros de diálogo para darnos información sobre los personajes (su nombre, edad y algún dato curioso), además de otros elementos como el texto “vs” que aparece en todas las peleas de Scott contra los exnovios de Ramona. Sobre estos últimos, Wright experimenta, pues los personajes poseen habilidades especiales, lo cual se acentúa con los visuales empleando efectos como rayos, signos de admiración e inclusive hay momentos bastante cercanos al anime.

La música

La música es una parte muy importante de la película, siendo la profesión a la que se dedican sus protagonistas. En los créditos iniciales tenemos una muestra de la experimentación de Wrigth, quien mezcla la música con los efectos de sonido y los visuales, dándole a la cinta un estilo más cercano al videoclip (cosa llevada al extremo en “Baby Driver”).

El director dice haber planeado la película a la manera de un musical donde, en lugar de bailar, los personajes se ponen a pelear cada cierto tiempo, razón por la cual le dio una importancia a la música y a todas las canciones que aparecen durante el filme. Inclusive lleva esto al ámbito narrativo insertando piezas de información, complementadas con los diálogos, dentro de las canciones, siendo el ejemplo perfecto la presentación musical de Envy Adams (Brie Larson), exnovia de Scott, donde, previo al concierto, Ramona revela la presencia de su tercer exnovio quien resulta ser el bajista del grupo de Envy; la música empieza a sonar y la letra de la canción empata perfecto con los diálogos de nuestro atontado protagonista.

De igual manera, la banda sonora refleja, en distintos momentos de la cinta, el estado de ánimo de los protagonistas haciendo énfasis en un sentimiento o emoción en particular, aquí otra vez Wright hace uso a la perfección de lo audiovisual pues hace que el clima, ya sea la nieve o la lluvia nos sirva como espejo respecto al interior de los personajes. Todo sirve y está pensado para ayudar a la historia.

Los videojuegos

Para nadie es secreto que la trama de Scott Pilgrim es bastante cercana a un videojuego: tenemos un protagonista, quien deberá ir enfrentando diversos obstáculos y “jefes” (los exnovios) hasta llegar al final boss donde tendrá la pelea definitiva para conseguir el amor de su novia (bastante “Mario Bros.” el asunto). Esto es algo proveniente del material de origen, sin embargo Wright logra imprimirle su toque especial a la película: cosas como los sonidos de videojuegos (el tema de Universal en 8-bits es simplemente genial), los diálogos con referencias directas a juegos (el de Pac-Man es ya un meme de internet), las barras de vida, las secuencias de pelea a la manera de videojuego interactivo e inclusive el hecho de darle al protagonista una vida extra son detalles geniales que complejizan el mundo donde viven estos personajes y lo vuelve único.

Único

Y esa es la palabra para describir a “Scott Pilgrim”: único. Una película extraordinaria que conjunta una técnica cinematográfica impecable con gags visuales bastante buenos. Así son las películas de Wright: divertidas, ruidosas, llenas de chistes en todos lados y, lo más importante, con un corazón enorme de parte del realizador y su equipo técnico quienes ponen todo de sí mismos para poder entregarnos a los espectadores la mejor experiencia audiovisual.

Vean la trilogía del Cornetto, vean “Scott Pilgrim” y por favor vean “Last Night in Soho”, con Edgar Wright uno siempre tiene experiencias que ninguna otra película puede ofrecer.