Considerando que los tenis Air Jordan ya forman parte de la cultura estadounidense y que la línea Nike de Michael Jordan sigue generando enormes ganancias ($5.1 billones de dólares en 2022) a nivel mundial, es obvio cuál es el final de AIR: La Historia Detrás del Logo, pero ese jamás es un impedimento para que goces (y sufras) junto a los personajes de este emocionante relato, expertamente dirigido por Ben Affleck, sobre el revolucionario acuerdo entre Nike y Jordan.
A siete años de su último trabajo de dirección (Live by Night), Affleck vuelve a demostrar su gran talento detrás de cámara, pues aquí nos regala un crowdpleaser a la vieja escuela que si bien sigue ciertas convenciones del género deportivo, tiene mucha energía y pasión corriendo por sus venas, virtudes que están perfectamente orientadas hacia el efectivo desarrollo de una historia clásica, escrita con nitidez por Alex Convery, del underdog superando las expectativas para cumplir sus metas, misma que incorpora ideas sobre capitalismo, arte, trabajo justo y, como buena película de Affleck, perseverancia.
Pero en este caso el underdog no es un deportista en sí, sino toda una empresa y un apasionado grupo de personas de la clase trabajadora intentando sacar adelante la chamba. El más importante de ellos es Sonny Vaccaro (Matt Damon), un experto en basquetbol, y aficionado de las apuestas, encargado de identificar a las próximas estrellas del deporte para firmarlos con Nike, empresa que en ese entonces (1984) no era vista como la alternativa cool del mercado y tenía serios problemas compitiendo con Adidas y Converse, al grado que su división de basquetbol estaba en peligro de desaparecer.
Harto de que la empresa gaste poco en basquetbol y que sus competidores se lleven a los mejores jóvenes prospectos, Sonny idea un arriesgado plan para intentar firmar al novato #23 recientemente adquirido en el draft por los Chicago Bulls. Sonny ve algo muy especial en Michael Jordan que solo una persona más en todo el mundo parece ver: Deloris Jordan (Viola Davis), madre de Michael. Es así que Sonny comienza una apasionada lucha por convencer a Jordan y su familia de firmar con Nike, en donde debe lidiar con un arrogante agente (Chris Messina) y convencer a su jefe y CEO de Nike, Phil Knight (Ben Affleck), de apostar todo con él.
Uno de los mayores aciertos de Affleck en AIR es su manejo de la figura de Michael Jordan. El director no eligió a un actor para interpretar al basquetbolista y en su lugar retrata al personaje únicamente a través de tomas dorsales; esta sabia decisión evita distracciones innecesarias y nos permite siempre enfocarnos en la emotividad de la historia y sus personajes centrales mientras luchan por alcanzar lo impensable. Pero esto no significa que Jordan sea un fantasma, al contrario: Affleck comunica con lujo de detalle su gigantesco talento y lo importante que fue para el deporte y el mundo. Un monólogo de Matt Damon en el tercer acto relacionado a esto le pondrá la piel chinita a cualquier aficionado del básquetbol, y me atrevería a decir que del deporte en general, pues es aquí cuando sientes que estás presenciando historia. Al comunicar efectivamente la grandeza de Michael, el final se vuelve mucho más satisfactorio pues comprendes a la perfección lo que está en juego para Sonny y compañía.
La dinámica dirección de Affleck le da mucha energía y personalidad a la historia, además de un toque de conciencia de sí mismo. Utiliza pietaje alusivo al capitalismo estadounidense durante los ochentas para posicionarte en la época y despliega atinadamente clásicos como “Born in the U.S.A.” y “Money for Nothing” para jugar con ideas capitalistas y el papel del hombre de clase trabajadora en la sociedad, mismas que se cuestionan (a veces con gran humor) durante las conversaciones entre Phil y Sonny para luego resurgir con fuerza en el tercer acto cuando Deloris exige una demanda clave en el acuerdo de su hijo; atletas y artistas merecen respeto y control sobre su imagen y arte, y no simplemente ser peones del hombre millonario. Lo brillante del trabajo de Affleck es que no taladra estos conceptos, sino que los despliega y desarrolla de manera elegante a lo largo del metraje.
Matt Damon (The Last Duel) es perfecto para el papel de Sonny, pues su afabilidad innata permite empatizar rápidamente con su situación y al mismo tiempo generar cotorreo tan afilado como auténtico con el resto del elenco; la intensidad en sus ojos cuando habla sobre Jordan es también clave, al igual que su química natural con su gran amigo Ben Affleck, quien balancea con precisión la línea entre budista zen intentando reencontrarse con su esencia y millonario con la necesidad de responder ante las exigencias de la empresa.
El resto del elenco de AIR es fenomenal y cumple con creces su rol en la historia. Siempre me hará sonreír ver a Chris Tucker (El quinto elemento), quien aquí llena la pantalla con su contagiosa energía en el papel de Howard White (eventual vicepresidente de la marca Jordan); como Rob Strasser, vicepresidente de marketing, Jason Bateman (Ozark) se conjuga con Damon para comunicar el riesgo que la apuesta de Sonny conlleva a la empresa y a sus vidas personales; Matthew Maher no se queda atrás como Peter Moore, un apasionado diseñador cuyas escenas le agregan otra dimensión a la historia: la necesidad de crear un zapato que represente al basquetbolista y le permitiera al resto del mundo soñar con saltar como él. Es la idea del “zapato como arte” que dio las bases para la actual cultura del sneaker. Además de crear magia juntos, todos estos personajes apoyan otro sutil discurso planteado por Affleck: la importancia de la unión de la clase trabajadora para luchar contra el status quo.
Michael Jordan le pidió a Ben Affleck que Viola Davis (The Woman King) interpretara a su madre y el resultado es otra actuación de cinco estrellas de la ganadora del EGOT. La presencia de Davis cambia radicalmente el filme, pues en su trabajo encontramos la confianza total de una madre que sabe que su hijo será una leyenda, así como la fortaleza necesaria para navegar por un mundo de blancos para obtener lo mejor para él. Su tranquilidad la hace tan imponente como cálida, pues su postura es resultado del amor hacia su hijo. Aunque el tiempo en pantalla de Davis es limitado, en su actuación encontramos numerosos matices que nutren a la trama.
AIR: La Historia Detrás Del Logo es una película altamente entretenida, repleta de personajes cautivadores y carismáticos, que será particularmente efectiva en amantes del deporte. Pero lo que la destaca de otros crowdpleaser hollywoodenses es el talento de Ben Affleck detrás de cámaras, quien aquí le da pequeños giros a la fórmula del género deportivo para plasmar ideas sobre la doble cara del capitalismo y el poder de la perseverancia. Y claro, es también un reconocimiento a la clase trabajadora y al hombre que cambió al deporte para siempre.
“AIR: La Historia Detrás Del Logo” ya se encuentra disponible en cines.