No es ningún secreto el gran escándalo alrededor de la figura del director David O. Russell, debido a múltiples acusaciones en su contra con respecto a violencia física y emocional en el set y abuso sexual hacia su sobrina, sin embargo, muchos actores y gente de producción de renombre continúan trabajando con él, algo que ocurre en “Ámsterdam”, su nueva producción que reune a un numeroso talento como Christian Bale, Margot Robbie, John David Washington, Mike Myers, Zoe Saldana, Rami Malek, Michael Shannon, Taylor Swift, Chris Rock, Anya Taylor-Joy y hasta Robert De Niro, pero ni todos ellos pueden salvar un guion pretencioso, soso y aburrido.
Burt Berendsen (Christian Bale), Valerie Voze (Margot Robbie) y Harold Woodman (John David Washington) son tres amigos que se conocen durante la Primera Guerra Mundial y años más tarde, en 1933, resultan ser sospechosos de un asesinato perpetuado solo por haberlo presenciado, sin embargo, el evento funesto resulta ser parte de un complot nacional. La historia, con tintes de realidad y muchos más de ficción, se basa en la conspiración conocida como “Business Plot”, donde empresarios buscaban derrocar al presidente Franklin D. Roosevelt y poco a poco instaurar el nazismo.
Como consumidores, tenemos la decisión de ir a ver o no una película, así como también podemos alinearnos a una corriente de pensamiento con respecto a si separar al artista de su obra o por el contrario, no separarlo. Sin embargo, es de señalar, que en una industria oscura en términos contractuales y de producción, se agradecería que “artistas” cuyos ideales han sido manifestados en pro de la defensa de derechos, las mujeres y en contra del abuso y el maltrato sexual, fueran la luz en todo el vidrioso entorno, pero lamentablemente no es así, demostrando que el tejido es mucho más escamoso de lo que pensamos. El juego de la hipocresía se incrementa al ceder y seguir fomentando que directores tóxicos y violentos sigan perpetuando acciones enfermas e ilegales en un negocio por demás lastimado.
La historia de crimen de más de dos horas de “Amsterdam” se pudo contar en una hora y media, pues gran parte de la narrativa sufraga en el limbo sin dirección y pecando de absurdez; solo vemos a personajes ir de un lugar a otro a preguntar cosas y con desgracias encima. No hay encanto, no hay chispa. El título, además, es meramente decorativo, pues toda la película se desarrolla en New York y Ámsterdam es visitado ocasionalmente para aparentar que sucede algo.
Además de eso, es increíble que pese a tener este elenco, la fotografía del mexicano Emmanuel Lubezki (“The Revenant”) y la música de Daniel Pemberton (“Mira como corren”), el resultado sea tan aburrido y lleno de individualidades que nunca logran congeniar y conectarse. En sí misma hay una pretensión incontrolable, donde el director quiere lucirse e incluso demostrar su valor para con la industria y la cinematografía (lo cual la Academia siempre le ha premiado), pero la realidad es otra y muy distante.
En un símil, la película resulta como un equipo de fútbol millonario sin plan: grandes nombres, gran talento, que logran sobresalir por sí solos, pero con una dirección técnica sosa, plana y que divaga entre el tiempo y el espacio de su historia. El resultado: una goleada histórica en su contra.
De los poquísimos aspectos sobresalientes de la cinta son las actuaciones, las cuales incluso caen en el cliché. Acentos exagerados y personalidades incoloras en general dan vida a personajes caricaturizados. A excepción de los tres protagonistas (Bale, Robbie y Washington), la película se llena de cameos honestamente innecesarios: puro pretexto de cartel.
“Ámsterdam” es una película hueca, que peca de ser pretenciosa sin nunca llegar a buenos términos ni con sus actores, su fotografía ni su música. Apenas hay vestigios de buen diseño de producción, pero fuera de ello, es un desperdicio en todo sentido. Una pena que actores de gran talento sigan a los pies de un director, no solo presuntamente violento, sino falto de ideas.
“Ámsterdam” ya está disponible en cines. Imagen de portada cortesía de 20th Century Studios