Se estima que Charles Cullen asesinó a alrededor de 600 personas a lo largo de los 16 años que trabajó como enfermero en nueve hospitales distintos. Con una gran dirección, el cineasta danés Tobias Lindholm nos cuenta la historia de su aprehensión gracias al trabajo de una valiente enfermera en “El Ángel de la Muerte”, excelente thriller basado en el libro “The Good Nurse: A True Story of Medicine, Madness, and Murder”, de Charles Graber.
Fresca de haber ganado su primer Oscar, Jessica Chastain (“The Eyes of Tammy Faye”) interpreta a Amy Loughren, madre soltera de dos hijas y enfermera en desesperada necesidad de un descanso y seguro médico para atender un problema cardiaco. Afortunadamente para ella, el nuevo enfermero Charlie (Eddie Redmayne) resulta ser un sujeto amistoso que no duda en aligerar su carga de trabajo. Sin embargo, poco después de su llegada, una paciente que parecía estar estable pierde la vida de manera misteriosa. Esto llama la atención de los detectives Danny (Nnamdi Asomugha) y Tim (Noah Emmerich) quienes intentan investigar el caso pero se topan ante una serie de obstáculos burocráticos por parte del mismo hospital.
Tobias Lindholm lleva más de una década haciendo muy bien las cosas como escritor (“Another Round”) y director (“A War”) en su natal Dinamarca. “El Ángel de la Muerte” es su primera incursión en el cine estadounidense y seguramente no será la última porque su trabajo es magnífico. Con mucha sangre fría, Lindholm controla el tono del filme y desde la primera escena (un lento y perturbador push in hacia Charlie mientras ve, con total frialdad, cómo doctores intentan revivir a un paciente) crea una sensación de inquietud que nunca desaparece del todo, al contrario, se incrementa con cada nuevo acontecimiento.
El cinefotógrafo Jody Lee Lipes lleva la frialdad que utilizó en los mares de “Manchester by the Sea” a los hospitales de “El Ángel de la Muerte”: los colores son siempre fríos, todo movimiento de cámara es calculador y los encuadres de Cullen por los pasillos son escalofriantes. Por su parte, el compositor Biosphere empata a la perfección su trabajo al ritmo del filme: el score musical es sutil y por momentos imperceptible, pero está siempre ahí para darle un empujón de tensión a la narrativa y revolverte el estómago.
A diferencia de tantos proyectos de Netflix, “El Ángel de la Muerte” no glorifica al asesino serial en cuestión sino que se dedica a mostrar el complicado camino rumbo a su detención a través de un enfoque emocional en Amy. El guion de Krysty Wilson-Cairns crea empatía hacia la enfermera desde su introducción (en donde cariñosamente permite que el esposo de una paciente se quede a su lado durante la noche) y rápidamente establece los problemas que enfrenta en su vida personal mismos que se conectan hacia una crítica al deplorable sistema de salud estadounidense: es contradictorio que Amy necesita trabajar para obtener seguro y poder hacerse una operación pero a su vez necesita dejar de trabajar para no arriesgar un derrame.
Es por todo esto que entiendes y empatizas con el alivio de Amy cuando Charlie y su serena personalidad, que es lo que necesita en ese preciso momento, llegan a su vida. Tanto dirección como guion nunca romantizan esta amistad sino que la utilizan para seguir desarrollando el personaje de Amy y plasmar la perturbadora conducta con la que operaba Cullen.
Jessica Chastain es magistral en el rol principal. Es una actuación empática y cautivadora en donde Chastain exhibe total control emocional para plasmar el cariño de Amy hacia otros seres humanos, la agonía que siente por su enfermedad y, más tarde, el terror de saber que está ante un asesino en serie. Redmayne (“The Trial of the Chicago 7”) también lo hace genial como Cullen; es capaz de perturbar con una mirada vacía en una escena y brindar calidez a Amy en la siguiente. Y, en general, el elenco entero hace un fenomenal trabajo transmitiendo incertidumbre, frustración y sorpresa en los momentos precisos.
La historia también hace énfasis en la responsabilidad de las instituciones que le dieron rienda suelta a los crímenes de Cullen: el filme adquiere tintes políticos a través de la visibilización de la corrupción de hospitales y las trabas que pusieron en la investigación. Y aunque el impacto de este aspecto se diluye hacia el tercer acto, en los primeros dos tiene mucha fuerza gracias a la destacada actuación de Kim Dickens como la desagradable representante del hospital donde trabajan Amy y Charlie. Otro elemento que aleja a “El Ángel de la Muerte” de las producciones irresponsables de Netflix, es la intención de acercarse a las víctimas de Cullen y mostrar el terrible dolor que su partida ocasionó en su parejas; este no es el aspecto mejor desarrollado del guion pero igual funciona como recordatorio del impacto humano de las atrocidades de Cullen.
Además de Chastain, la otra estrella de “El Ángel de la Muerte” es la efectiva frialdad con la que Tobias Lindholm controla cada faceta del filme. Su dirección induce escalofríos pero nunca aleja a la audiencia sino que la cautiva a través de un correcto desarrollo de su núcleo emocional. Y si a esto le agregamos la sólida crítica al sistema de salud estadounidense, obtenemos un thriller potente y responsable que entiende perfectamente que no existe una olla de oro al final del arcoiris, sino la necesidad de reflexionar sobre la maldad del ser humano y los sistemas corruptos que le permiten extenderse.
“El Ángel de la Muerte” se estrena en Netflix el 26 de octubre.