Jessica Chastain no solo interpreta a la famosa televangelista titular en el filme biográfico “The Eyes of Tammy Faye”, sino que ella misma adquirió los derechos en 2012 y luchó por años para poder producirla. Y esa pasión es notoria en su destacado trabajo dándole vida a la controversial mujer. Lamentablemente, esas mismas virtudes no están presentes en las demás facetas de la cinta.

Tammy Faye probablemente no sea un nombre reconocido por audiencias latinoamericanas pero en Estados Unidos, ella y su esposo predicador Jim Bakker (Andrew Garfield) llegaron a millones de hogares a través de un canal cristiano durante las décadas de los setentas y ochentas. Adaptando el documental del mismo nombre, esta cinta nos lleva por la vida de Faye, desde su niñez carente de amor maternal hasta la caída de gracia de la pareja.

Cuando las abundantes plastas de maquillaje no nos distraen de su trabajo (principalmente en el tercer acto), Jessica Chastain cautiva en el rol titular. Canta, ama, sufre y rompe reuniones masculinas con gran autoridad y poderío. Su actuación transmite exitosamente la pureza de una mujer intentando sanar a otros a través de su fe y amor. Chastain mantiene unida a una película con más hoyos narrativos que un queso suizo.

Pareciera que el director Michael Showalter (“The Big Sick”) olvidó acompañar a Chastain con calidad porque todo a su alrededor está cocinado a medias y tiene fallas notables, comenzando por un guión manipulativo y caótico escrito por Abe Sylvia que deja volando a ideas y personajes constantemente, mismos que bien pudieron aprovecharse para conocer más sobre Faye. 

Uno de los elementos más descarados es la omisión casi total de la importancia o influencia de sus hijos; sabemos que tuvieron dos, pero, salvo por una escena de tres minutos, nunca son mencionados o aludidos. Son fantasmas. Es como si la vida de estos chamacos jamás hubiera generado algún impacto en Faye y Bakker. Peor aún es cuando, durante los créditos, Showalter nos recuerda sobre la existencia de estas dos personas con un clásico texto de “en dónde están ahora”. Gracias por el recordatorio de la incompetencia narrativa.

El personaje de Bakker no goza de un desarrollo satisfactorio. Después de un primer acto lleno de amor entre la pareja, Bakker es retratado claramente como un charlatán que descalifica constantemente a Faye, pero ¿por qué? Sylvia no intenta indagar en las razones detrás de sus actos o explorar el momento en el que la riqueza lo alejó de sus ideas cristianas.

Vincent D’Onofrio interpreta con su clásico toque intimidante al pastor conservador Jerry Falwell, un hombre introducido como si fuera El Padrino de la cristianidad en una memorable escena involucrando a Faye retando su homofobia. Pero momentos después, Faye y Bakker deciden crear su propio show, desafiando la palabra de este hombre al que temen tanto. Un corte nos lleva al futuro en donde dicha meta ya es una realidad. Esta edición da a entender que todo fue muy simple para la pareja televangelista y en realidad Falwell no era tan influyente. Entonces, ¿para qué introducirlo de tal manera? 

Otro fracaso narrativo considerable es el trato de la adicción de Faye, mismo que es resuelto con un intercambio de diálogos. Este tipo de fallos son constantes a lo largo de la película y hablan de una escritura sumamente floja que intenta contar su historia a través del maquillaje.

Y también tenemos la manipulación. “The Eyes of Tammy Faye” funciona como una buena observación de la utilización de la religión para manipular a las masas, obtener dinero de ellas y hasta influenciar campañas políticas en Estados Unidos, algo que sigue siendo una realidad. Nunca hay duda de las sucias acciones de Jim Bakker; ni siquiera se intentan disfrazar. El problema es que el filme intenta hacernos creer que Faye fue completamente inocente en dichos fraudes. Esto tal vez hubiera funcionado si el guion contextualizara con mayor detalle las ideas y acciones de su protagonista alrededor de su esposo en vez de solo intentar plasmar un mundo de colores y pureza. Asimismo, la carencia de interés en mostrar el impacto que los crímenes tuvieron en sus víctimas, genera aún más alienación.

“The Eyes of Tammy Faye” brilla cuando se enfoca en los ideales progresistas de Faye, quien a diferencia de los demás personajes, está utilizando al amor incondicional como herramienta para apoyar a la gente, sin importar su género o preferencia sexual. Su desafiante actitud ante Falwell o la recreación de su famosa entrevista con Steve Pieters, misma que fue un acto radical en un país conservador encabezado por un presidente que trataba al SIDA como un chiste, son momentos que le dan profundidad a Faye. Jessica Chastain provee bravado y emotividad a estas memorables escenas, pero a fin de cuentas, termina por convertirse en un pulpo utilizando sus tentáculos para tapar los agujeros de un bote que si bien navega establemente durante un largo trayecto, inevitablemente se hunde. 

“The Eyes of Tammy Faye” formó parte de la sección Pantalla Dorada del Festival Internacional de Cine de Los Cabos 2021.