¿Recuerdan una película de 2009 llamada “Donde Viven los Monstruos” del director Spike Jonze (“Her”)? Ahí seguíamos la historia de Max, un niño malcriado que huía a una isla llena de monstruos, se convertía en su rey y al final aprendía sobre empatía luego de ver sus comportamientos berrinchudos reflejados en las criaturas del lugar. Bueno, pues algo bastante similar nos ofrece la nueva cinta de Cartoon Saloon, estudio de animación irlandés, “El Dragón de Papá”.
Dirigida por Nora Twombey (“The Breadwinner”), y escrita por Meg LeFauve (“Intensa-Mente”), la cinta nos presenta la historia de Elmer (voz de Jacob Trembley), un niño recién llegado a la ciudad con su madre (Golshifteh Farahani) en busca de nuevas oportunidades tras el cierre de su tienda de enseres, sin embargo su nueva vida no es para nada lo que imaginó; tras encontrarse con un gato parlante (Whoopi Goldberg), Elmer emprende un viaje a la Isla Salvaje, un lugar bastante peligroso en donde habita un poderoso dragón escupefuego (Gaten Matarazzo), quien probablemente pueda ayudarlo para cumplir sus sueños de abrir una nueva tienda con su mamá.
Cartoon Saloon nos ha regalado algunas de las mejores películas animadas de la última década: por medio de leyendas y mitos del folclore europeo han logrado transmitir mensajes de amor, amistad, tolerancia y respeto por la naturaleza con sus particulares historias. Así han logrado conquistar tanto al público y la crítica, además de diversas ceremonias de premiación a nivel mundial. Su calidad es innegable para cualquiera, sin embargo es probable que nos encontremos ante la película más débil del estudio, tanto en cuestiones narrativas como de animación.
La comparación inicial con la película de Jonze se debe a qué “El Dragón de Papá” maneja la misma estructura: Elmer es poco empático con la situación desesperada de su madre y solo busca satisfacerse a sí mismo, tras pelear con ella huye a la isla y ahí ve muchas de sus actitudes en el dragón y el resto de los habitantes de la isla, esto lo cambia y para cuando regresa, la situación ya se resolvió mágicamente. Si bien el guion quiere dar una lección sobre la empatía, falla al desarrollar a sus personajes para dar dicho mensaje y termina por sentirse bastante superficial.
Los diseños de los personajes son bastante amigables y funcionan a la perfección dentro de la historia, pero no dejan de sentirse derivativos; lo mismo pasa con los escenarios, alejados de los detalles vistos en cintas como “La Canción del Mar” o “Wolfwalkers”, películas con hermosas escenas llenas de composiciones geométricas. Esto le da al filme un look más infantil en comparación con otras producciones del estudio.
“El Dragón de Papá” termina por ser un coming-of-age bastante convencional y predecible que palidece frente a otras propuestas animadas más arriesgadas e interesantes en un año bastante competitivo para la animación. Ya veremos si al final el nombre de su estudio pesa sobre su propuesta superficial durante la temporada de premios.
“El dragón de papá” ya se encuentra disponible en Netflix.