Mientras recientes películas como “The Mauritanian” y “The Report” abordan con ferocidad las múltiples violaciones de derechos humanos ocurridas en la infame prisión estadounidense de Guantánamo, “Rabiye Kurnaz vs. George W. Bush”, de Andreas Dresen, lo hace con un tono más ligero, didáctico y hasta cómico, pero a través de la mirada de una madre desesperada por ver a su hijo.
Rabiye Kurnaz (Meltem Kaptan) es una alegre y pomposa madre de origen turco viviendo en Bremen junto a su esposo y tres hijos. Pero todo cambia después del 9/11 cuando su hijo mayor Murat (Abdullah Emre Öztürk) desaparece unas semanas para luego ser detenido en Pakistán, acusado de terrorismo y enviado a la prisión de Guantánamo. Sin conocimiento de la verdadera gravedad y complejidad del asunto, Rabiye comienza una cruzada por recuperar a su hijo, misma que es apoyada por Bernhard Docke (Alexander Scheer), un incansable abogado por los derechos humanos.
Basada en un caso real, “Rabiye Kurnaz vs. George W. Bush” es una película sobre esperanza en donde personas buenas luchan por derechos humanos básicos. Aunque estamos hablando de un tema pesado como lo es Guantánamo (y las atrocidades cometidas ahí por los Estados Unidos), Dresen y su guionista Laila Stieler nos presentan la historia desde una perspectiva ligera y hasta cierto punto optimista, utilizando como guía a una dulce e inocente mujer intentando recuperar a su hijo.
Aunque el personaje llega a caer en ciertos clichés maternales, Rabiye es una madre común que tal vez reconozcas y es a través de esa familiaridad que el filme genera empatía: la mujer siempre está preocupada por la alimentación de Murat, lleva tuppers con comida a la oficina de Bernhard para celebrar buenas noticias y presume haber conocido a un actor famoso sin saber exactamente quién es. Meltem Kaptan es excelente como Rabiye: entre encanto, timing cómico y vulnerabilidad, la actriz y comediante se convierte en una presencia tan cálida como magnética. A pesar de la situación, es siempre agradable estar junto a ella.
Del otro lado de la ecuación tenemos al también excelente Alexander Scheer, quien comparte mucha química con Kaptan para crear una dinámica ganadora. Sus personajes son una especie de pareja dispareja: el solemne, generoso y flacucho abogado debe guiar, con mucha paciencia, a la cariñosa pero despistada madre por situaciones sociales y políticas ajenas a su vida y personalidad.
El guion de Stieler se concentra en el efectivo desarrollo de la conexión entre Rabiye y Bernhard, pero lo hace a costa de los personajes circundantes. Tenemos a un hermano que ahora debe convertirse en el mayor de la familia, un esposo que no parece estar muy interesado en sacar del lodazal a su hijo mayor y una esposa forzada a esperar el retorno del hombre que la abandonó sin advertencia o explicación alguna. Las penas y motivaciones, así como la importancia de estos personajes en relación a la vida de Rabiye o de Murat, es explorada en pocas escenas y de manera apresurada: son solo un pie de nota en esta historia. Como consecuencia, la película tiene problemas representando en su totalidad los estragos que la ausencia de un ser amado provocaron en una familia.
“Rabiye Kurnaz vs. George W. Bush” es una película llevadera que cumple con el objetivo de darle luz a uno de los muchos casos de injusticia perpetrados por el gobierno estadounidense. Tiene fallas y definitivamente no logra transmitir la gravedad de la crueldad ocurrida en la prisión, sin embargo su dirección efectiva, un tono ligero y las dos sobresalientes actuaciones centrales permiten informar, entretener y conmover sin caer en territorio irresponsable.
“Rabiye Kurnaz vs. George W. Bush” ganó Mejor Guion y Mejor Actriz en Berlinale 2022, y formó parte de la 21 Semana de Cine Alemán en México.