Cuando estaba en la universidad leí la trilogía Trylle, una serie de libros para adolescentes en los cuales una chica normal descubría que era en realidad una princesa heredera de un antiguo linaje de trolls y se enamoraba de su guardaespaldas; suena ridículo, pero era mil veces más entretenido que “Royalteen”, el nuevo drama juvenil de Netflix a cargo de Per-Olav Sørensen y codirigido por Emilie Beck, el cual está basada justo en una novela de este tipo.
Lena (Ines Høysæter Asserson) se ha mudado de ciudad y ahora va a la misma escuela que los príncipes de Noruega: el heredero real Kalle (Mathias Storhøi), que tiene fama de mujeriego y fiestero, y su hermana, la princesa Margrethe (Elli Rhiannon Müller Osborne), una insoportable chica elitista que desconfía de todo nuevo acercamiento a su círculo. Contra su buen juicio, Lena se enamora de Kalle, pero un secreto en su pasado podría arruinar no solo su relación, sino también su vida.
Mientras que en los libros de este género el poder de la imaginación y la lectura fácil compensan las carencias de la historia, la ejecución genérica de esta versión audiovisual solo saca a relucir lo ridículo y aburrido de la trama. No es imposibles adaptar este tipo de trabajos, e incluso elevar el material original: “Bridgerton” lo hizo con su tono intencionalmente telenovelesco y gran estilo; sin embargo, “Royalteen” tiene mucho más en común con “After” o “Relaciones peligrosas”.
Como todo este tipo de sagas, la idea de una secuela es inevitable, pero en este caso dicha promesa parece más una amenaza. Varios personajes son presentados como si fueran importantes para aparecer solo una escena, se plantean rivalidades que nunca se completan y el final es descaradamente inconcluso, lo cual resulta aún más frustrante por su risible ejecución.
Como todo melodrama adolescente, hay varios giros “inesperados”: el chico malo no resulta tan malo como todos dicen y en el tercer acto hay una gran (y muy predecible) revelación que explica el comportamiento misterioso de nuestra protagonista, pero todo carece de vida al ser mostrado más como una lista de pendientes que como una historia. Un claro ejemplo es una subtrama en la cual Lena se hace amiga de una influencer que es rival de Margrethe: las chicas se ven en dos escenas, Lena le dice que la sigue en Instagram y que es cool, y de repente en un momento de quiebre nuestra protagonista tiene la confianza de pedirle dinero para ir a su casa y contarle todos sus secretos. ¿Por qué? Porque la trama lo requiere.
Las historias de romance entre gente común y corriente con personas aparentemente inalcanzables son tan viejas como la humanidad misma: el mayor defecto de “Royalteen” no es su premisa en sí, sino el poco cuidado y cariño con el cual está ejecutada. Si la historia en sí te llama la atención, tal vez leer el libro sea la mejor opción.
“Royalteen” está disponible en Netflix.