Después de más de un año y medio de espera, mucha expectativas e infinitas teorías, Sony estrena “Spider-Man: Sin camino a casa”, una película que reúne a nivel argumental y social a tres generaciones de amantes de los cómics y del cine de superhéroes, quienes junto al público casual tendrán frente a sus sentidos, una de las mejores películas del trepamuros y del universo de Marvel.
Peter Parker (Tom Holland) está enfrentado, a nivel público y legal, la revelación de su identidad a manos de Mysterio (escena vista en la película anterior), y por ello recurre a Doctor Strange (Benedict Cumberbatch) para que realice un hechizo y todos se olviden que es Spider-Man, sin embargo, éste sale mal y durante las próximas horas, villanos de otros universos como el Doctor Octopus (Alfred Molina), Electro (Jamie Foxx), el Duende Verde (Willem Dafoe), Sandman (Thomas Haden Church) y el Lagarto (Rhys Ifans) aparecen para atacarlo, aunque sin saber qué sucede en realidad.
Es innegable todo lo que ha acontecido alrededor de esta película, que incluso antes de su estreno dejó de ser sólo un producto audiovisual para convertirse en todo un evento fílmico, claro, desde el punto de vista industrial y mercadológico, pero sin el demérito de lo visto en pantalla. En general, Sony y Marvel entregan una cinta que cierra con la vara muy alta la primera trilogía del arácnido de Tom Holland, sobre todo a nivel sensorial, pues lo narrativo no es su punto más fuerte, ya que es un mero pretexto para seguir construyendo el camino con respecto al tema principal de esta nueva saga, el multiverso, y claro, proveer un fan service con potencia y nostalgia.
Uno de sus puntos más sólidos es el desarrollo de este actual Peter Parker de Holland, al que durante mucho tiempo se le había cuestionado su capacidad como superhéroe y su insípida personalidad y toma de decisiones. Las casas productoras, si bien plantearon de manera atípica al personaje (con respecto a sus otras versiones) para que pudiera encajar en un universo más vasto e interesante, la realidad es que por fin Tom Holland se convirtió en Spider-Man a través de la experimentación de la pérdida, su toma de consciencia con respecto a su pequeñez en el universo y su dualidad entre el joven y el héroe. Tanto Sony como Marvel se tomaron el tiempo (de poco más de cinco años) para, tal vez no tener a una versión final del personaje, pero sí más madura y con prometedora mirada al futuro.
El regreso de villanos y otros personajes es un gran aditamento debido a la apreciada y bien recibida nostalgia. Es agradable y especial tener de vuelta a los actores originales en esta cinta, pero es decepcionante su tratamiento que va de lo burdo a lo soso en respuesta al tono que Marvel impregna en sus películas (infinito y sofocante humor, así como mínimos riesgos a nivel dramático). Los villanos funcionan más como un pretexto nostálgico que como un hecho narrativo sólido, pero no por ello está mal, porque también funcionan en pro de la dicotomía moral del protagonista, la cual abona a su inminente desarrollo.
El más grande sin perdón del filme son sus infames efectos visuales, los cuales, por momentos, tienen los baratos acabados de talk shows como el de Jimmy Kimmel o Jimmy Fallon; parecía, incluso, que en algún momento aparecería uno de estos presentadores en escena para romper la ilusión cinematográfica con un chiste. Es imperdonable para una cinta de este tamaño presupuestal su pobreza ilusoria, sobre todo en las escenas más contundentes narrativamente hablando.
Por otro lado, la película constantemente le habla al público en los diálogos y en las interacciones. “We are happy to serve you” o “Estamos felices de servirle” se lee en primer plano en dos ocasiones en la última parte de la cinta, que bajo una interpretación superflua, es Marvel hablándole al espectador adulto y joven, resumiendo su intención con todo lo sucedido durante las 2 horas y 28 minutos (hasta ahora la película más larga del superhéroe): nostalgia, fan service y emoción pura.
Pese a sus fallos narrativos y su intermitente manufactura visual, no hay duda que “Spider-Man: Sin camino a casa” es un evento inigualable, perfecto para todos los amantes y seguidores del héroe y de su amplio universo, que cierra una etapa y abre otra para el personaje. Marvel, con esta cinta, dice que absolutamente “todo puede pasar”.
Lejos está de ser perfecta, pero qué gran experiencia es. Es de esas películas que hacen recordar con alegría y emoción al espectador una etapa en específico, que está al servicio del fanático, que crea una ilusión digna de ver en pantalla grande.
“Spider-Man: Sin camino a casa” ya está disponible en cines.