Adaptada de la novela del mismo nombre de Victoria Mas, “El baile de las locas” (Le bal des folles) nos lleva al pasado para examinar un legado de misoginia perpetrado bajo la excusa de la psiquiatría. Mélanie Laurent dirige y actúa, pero solo sobresale en uno de esos rubros.

Eugénie Clery (Lou de Laâge) es una joven aristócrata con una actitud desafiante: se burla de la manera en cómo “ofrecen” a mujeres en bailes, le responde a su padre y se escabulle constantemente de la casa. También ve espíritus de personas muertas, lo cual no pasa desapercibido por su padre quien la envía a La Salpêtrière, un hospital psiquiátrico — cuya existencia fue real — a cargo del renombrado neurólogo Jean-Martin Charcot (Grégoire Bonnet) en donde mujeres son tratadas con brutales métodos de “estudio” por científicos. En medio de la tortura, Eugénie se hace amiga de Geneviève (Laurent), una fría enfermera en duelo que pronto abre los ojos con respecto al trato inhumano de las pacientes.

“El baile de las locas” examina la manera en cómo La Salpêtrière no estudiaba a la locura, sino que la generaba a partir de tortura psicológica, explotación y acoso sexual. Charcot hace de las mujeres y sus técnicas de tratamiento una especie de enfermizo circo en donde por ejemplo, reunía a un grupo de hombres para ver a una paciente sufriendo convulsiones en el piso tras una sesión de hipnosis. Esto es extrapolado hasta el evento anual que le da nombre a la película: un baile en donde el público puede ver a las pacientes disfrazadas y con un exceso de maquillaje. Este baile es también el centro de mesa climático del filme.

Aunque hace un trabajo sólido como Geneviève, Mélanie Laurent tiene problemas forjando una película cohesiva o cautivadora desde la silla de dirección. Es un proyecto ambicioso que emite un juicio importante sobre el peso misógino de la historia científica, pero que en cuestiones de forma no logra escapar de las convencionalidades del filme de época. Los escenarios son elegantes pero carentes de vida y las escenas más importantes son ejecutadas de manera apresurada, reduciendo su impacto en la trama. 

El guion, coescrito por Laurent y Chris Deslandes, es el gran problema de “El baile de las locas”. Encontramos repetición en diálogos, un pobre desarrollo de personajes secundarios y la introducción de elementos como simples excusas para avanzar la trama; el más obvio ejemplo es la habilidad sobrenatural de Eugénie, misma que no es explorada de manera convincente y solo existe para establecer una conexión entre protagonistas.

Otro problema del guion es la institución de una figura femenina como antagonista durante los momentos claves de la película. La enfermera Jeanne (Emmanuelle Bercot) se convierte en una amenaza psicológica para Eugénie y el gran obstáculo final para obtener su libertad. Al hacer esto, Laurent desvía la atención de la conducta de los hombres; tras pasar casi dos horas exponiendo la crueldad de los tratamientos psiquiátricos, la directora se decanta por utilizar a una villana unidimensional, con motivaciones torpemente explicadas, para generar tensión. Para intentar remediar este grave fallo, Laurent intenta desviar nuestra atención durante el clímax utilizando una escena de violación, pero fracasa estrepitosamente pues el intento se siente explotativo.

“El baile de las locas” tiene buenas intenciones pero una ejecución pobre. Su fortaleza está en la manera en cómo representa las tácticas de manipulación utilizadas históricamente por el patriarcado para controlar y categorizar a la mujer. Con ayuda de una buena actuación de Lou de Laâge, Laurent exitosamente plasma la crueldad e indignación de tales técnicas. El problema es que todo a su alrededor carece de identidad propia: la directora recae en melodrama y jamás logra asentar el tono de su historia.

“El baile de las locas” formó parte del Festival Internacional de Cine de Toronto 2021 y ya se encuentra disponible en Amazon Prime Video.