¿Formarías parte de una enorme mentira para mantener la felicidad y tranquilidad de tus seres queridos? ¿Permitirías que tu lugar fuera reemplazado con un clon para evitarle dolor a tu familia? “El canto del cisne” de Benjamin Cleary plantea estas preguntas en un elegante drama de ciencia ficción encumbrado por otra fenomenal actuación de Mahershala Ali.
Cameron (Ali) es un diseñador moribundo que decide ocultar el diagnóstico de su enfermedad terminal a su amada esposa Poppy (Naomie Harris) y su hijo Cory (Dax Rey) para enlistarse en un programa de clonación experimental liderado por la Dra. Scott (Glenn Close). Esta solución propone que Cameron sea reemplazado por Jack, un clon perfecto con su misma identidad y recuerdos pero libre de enfermedad, sin que su familia sepa sobre el cambio y así evitarles el dolor de su pérdida.
Naturalmente, Cameron tiene dudas con respecto a la ética de su decisión. ¿Debería cancelar su participación en el programa y decirle la verdad a su familia? o ¿Sería mejor que jamás sepan la verdad y puedan continuar su feliz vida junto a su clon idéntico? Cameron tiene poco tiempo para hacer una elección, pues su condición empeora con rapidez.
El director y guionista Benjamin Cleary hace un gran trabajo abordando el proceso de duelo de un hombre lidiando con su inminente muerte y lo que eso podría significar para la gente que ama. La “recolección” de recuerdos nos permite empatizar rápidamente con Cameron y comprender el profundo amor hacia su esposa. Y a pesar de que el personaje de Poppy resulta ser un tanto unidimensional, la química entre Ali y Harris es tal que no existe duda de la autenticidad de la relación entre sus personajes.
Mahershala Ali (“Green Book”) es una máquina de calidad y aquí presenta otra actuación rica y matizada en donde habilidosamente utiliza toques sutiles y su fisicalidad para diferenciar a Cameron de Jack pero siempre manteniendo la esencia del personaje. Ali hace parecer fácil una actuación sumamente compleja en donde hay dolor y vulnerabilidad, pero también calidez y momentos de conexión genuina con sus seres queridos.
Cleary se mantiene alejado del melodrama y más bien crea un enfoque íntimo y delicado apoyándose del soberbio diseño de producción de Annie Beauchamp (“Penguin Bloom”) y la excepcional fotografía de Masanobu Takayanagi (“Spotlight”). El proceso de preparación del clon ocurre en una instalación remota rodeada de un frondoso bosque y un vasto lago, y Takayanagi utiliza la belleza de estos escenarios naturales para resaltar los sentimientos de soledad y confusión de Cameron, resultando en tomas tan deslumbrantes como melancólicas.
La película se ubica en un futuro con hologramas, carros que se conducen solos y tecnología de punta por doquier. Los sets interiores son minimalistas y los sencillos pero perfectamente ejecutados efectos visuales crean una inmersión elegante y auténtica a este mundo futurista sin convertirse en distractores. El score de Jay Wadley evoca perfectamente el alma de la historia: utilizando pianos y cuerdas, transmite sentimientos de tristeza manteniendo siempre un toque futurista sin recurrir a sintetizadores clásicos de la ciencia ficción.
“El canto del cisne” pierde vapor en su último tercio y su pequeña conversión hacia thriller es poco convincente, sin embargo, cuando llega el desenlace, Cleary exitosamente genera una cascada de emociones que te hará querer llamar inmediatamente a tus seres queridos para expresar tu amor hacia ellos. Es aquí cuando la construcción de la historia, sus ideas sobre amor y la magnífica actuación de Ali rinden frutos y te obligan a ponerte en el lugar del protagonista. Es empatía generada a partir de un refrescante uso de la ciencia ficción.
“El canto del cisne” o “Swan Song” ya se encuentra disponible en Apple TV+.