La frase “Un traficante, un proxeneta y una prostituta entran a una iglesia…” podría sonar como el inicio de un chiste de muy mal gusto, afortunadamente también es la premisa de El clon de Tyrone (They Cloned Tyrone), la ópera prima del director Juel Taylor, una película de ciencia ficción con un importante y aterrador comentario social,  protagonizada por John Boyega, Jaime Foxx y Teyonah Parris.

Glen es una comunidad de personas afroamericanas bastante golpeada por la violencia de las pandillas, el tráfico de drogas, la falta de oportunidades y la prostitución. Fontaine (John Boyega), un traficante de cocaína, muere una noche en un altercado con uno de sus competidores frente a Slick Charles (Jaime Foxx), un proxeneta venido a menos, y Yo-Yo (Teyonah Parris), una prostituta tratando de dejar el negocio para ir a la universidad. A la mañana siguiente, para sorpresa de todos, Fontaine despierta en su casa como si nada hubiera pasado ¿De verdad murió? Slick, Yo-Yo y Fontaine deciden unirse para descubrir la verdad y sacar a la luz varios secretos de su comunidad.

La ciencia ficción siempre ha sido un vehículo excelente para transmitir comentarios sociales importantes y El clon de Tyrone no es la excepción: Juel Taylor y Tony Rettenmaier (escritores de Space Jam: una nueva era) utilizan una premisa sobre la experimentación genética y la clonación para hablar de la violencia, racismo y falta de oportunidades en los vecindarios afroamericanos a lo largo de los años. Aquí, la respuesta detrás de estas problemáticas puede parecer absurda (el guion estira mucho la liga de la verosimilitud) pero no por ello menos impactante y/o aterradora. 

Ambos guionistas utilizan distintos elementos estereotípicos asociados a la comunidad afroamericana (cómo las iglesias y ceremonias religiosas, el pollo frito, la música y los salones de belleza) y los convierten en herramientas para avanzar su narración mientras mezclan varios géneros, entre ellos la ciencia ficción, el thriller, el drama social y la comedia, para crear una cinta única y entretenida con una estética que recuerda inmediatamente a los años 70 y la época dorada del blaxploitation.

John Boyega (La mujer rey) se roba completamente la película en su papel de Fontaine: primero se presenta como un traficante y matón despiadado, sin embargo lo vemos descender lentamente a la locura tras descubrir la verdad y posteriormente nos entrega momentos bastante emotivos donde demuestra mucha fragilidad a través de sus ojos y el control de su respiración; Fontaine se convierte en el motor del improbable grupo y mantiene las cosas en constante movimiento. Teyonah Parris (Wandavision), por su parte, es el corazón del equipo: sumamente divertida y llena de energia, a veces diabólica y por momentos coqueta. Jaime Foxx (Turno de día) es el alivio cómico de la película, su timing cómico es innegable y ayuda a sobrellevar algunos de los momentos más densos de la trama.

La fotografía de la cinta, a cargo de Ken Seng (Deadpool), por momentos recuerda mucho a películas como Shaft de 1971 o Super Fly de 1972, pilares del movimiento del Blaxploitation, esto se consigue gracias a una textura granulosa en las imágenes de El clon de Tyrone, como si hubiera sido filmada de forma analógica, un detalle que podría pasar desapercibido pero es crucial para darle esa estética de los años 70. Por otro lado el diseño de vestuario, departamento encabezado por Sundari Moneek Reid (Flight), se luce completamente con el guardarropa del trío protagonista y les asigna un color a cada uno de ellos: verde para Fontaine, morado Slick y amarillo Yo-Yo, estos colores brillantes funcionan como un homenaje a todas esas cintas del cine de explotación pero también sirven para destacar a los personajes del resto de habitantes de Glen.

Es importante mencionar que, a pesar de los coloridos vestuarios, la comedia constante y los personajes divertidos, la película lidia con temas densos: la brutalidad policiaca, la prostitución, el consumo de drogas y la manipulación por parte del gobierno. Taylor y Rettenmaier emplean la sátira y la ciencia ficción para crear una hipérbole de la realidad sin perder de vista lo importante de la temática racial. Su guion es inteligente, lleno de giros y funciona gracias a ese balance entre comedia y seriedad.

El clon de Tyrone es una ópera prima impresionante por parte de Juel Taylor, quién construye un relato de ciencia ficción ambicioso e inteligente pensado hasta el mínimo detalle, con grandes interpretaciones por parte de todo su brillante elenco y donde los apartados técnicos están a favor de la historia que está contando. La película aborda problemáticas importantes para la comunidad afroamericana y las enfrenta a través de la sátira, llevando toda la situación a lugares bastante exagerados pero divertidos.

“El clon de Tyrone” ya se encuentra disponible en Netflix.