Pese a haber pasado más de 100 años desde que Portugal es una república, todavía existen los llamados “pretendientes” al trono: los descendientes de la familia real que siguen reclamando la corona, cuentan con una vida privilegiada entre la realeza europea y de los cuales todavía se escribe en revistas de espectáculos y demás. Esta ridícula realidad fue la inspiración del director João Pedro Rodrigues para su película Fuego fatuo (Will-o’-the-Wisp), una alocada y atrapante comedia musical.

En un mundo donde Portugal todavía tiene reyes, Alfredo (Mauro Costa), el heredero abrumado por los incendios forestales provocados por el cambio climático, decide ser bombero. En su entrenamiento para dicha profesión conoce a Alfonso (André Cabral), por quien siente una pasión incontrolable que es rápidamente correspondida. 

Con una duración de poco más de una hora, el director usa cada segundo para adentrarnos a un universo lleno de humor, excentricidad y mucho erotismo. Existe bastante comentario político, pero siempre está incluido de manera orgánica con el tono cómico de la pieza. Varios momentos, como el de la familia real apagando las velas de la casa porque es insensible con el pueblo tenerlas encendidas después de un incendio, acentúan la banalidad de la realeza sin romper la farsa.

La sensualidad se convierte en la herramienta por la cual Alfredo se abre al mundo y descubre qué hay más allá de sus opulentos pero fríos salones. Desde que entra a la estación de bomberos, los cuerpos desnudos de los hombres llaman su atención y ellos inmediatamente proceden a hacer réplicas de famosas pinturas sin ningún tipo de tapujo o vergüenza. 

El machismo asociado con este tipo de profesión es rápidamente roto: desde las sesiones de entrenamiento la cámara convierte los ejercicios en eróticas tomas donde los hombres entrenan sus músculos en ropa corta y ajustada. Esto es acentuado con la elección del musical como género para contar esta historia: los bomberos fornidos pronto bailan delicadas danzas agarrados de la mano.

Las relaciones raciales derivadas del pasado colonial portugués también son un tema importante en la película. Al inicio, un miembro de la familia real ve a la cámara y le cambia el nombre racista a una pintura porque “son otros tiempos”, una señal del tipo de falso progresismo que en realidad no genera cambios reales, solo se hace para recibir aplausos de otros. Esta acción contrasta con el romance interracial de Alfredo y Alfonso, quienes mediante el deseo logran algo realmente revolucionario.

Fuego fatuo es una fantasía donde por un breve momento las barreras de clase se rompen, donde los ricos se preocupan por el medio ambiente y donde la sensualidad desborda la pantalla. Mediante hipnotizantes coreografías y un guion inteligente, João Pedro Rodrigues nos invita a reflexionar entre risas sobre varios temas actuales. Esta es una película audaz y llena de vida, el único inconveniente tal vez sea que dura tan poco que deja a su audiencia con ganas de más.

“Fuego fatuo” o “Will-o’-the-Wisp” formó parte de la sección Atlas del FICUNAM 2023.

Imagen de portada cortesía de FICUNAM.