Una millonaria excéntrica, varios invitados, una locación remota y aislada, resentimientos, traiciones, un asesinato y varias pistas suelen ser elementos clave de un whodunit interesante, sin embargo, pese a contar con todos ellos, Invitación a un asesinato del director J.M. Cravioto (Olimpia) ejecuta mal todos los tropos de este subgénero y entrega una película genérica y sin emociones.
Ágata (Regina Blandón) recibe una invitación de su hermanastra Olivia (Maribel Verdú) para asistir a su casa en Los Cabos a pesar de no haberse visto en cinco años. No es la única invitada, pues a la casa también llegan otros personajes con nexos al pasado de su hermana: Carlos (Pedro Damián), su exesposo; Sonia (Stephanie Cayo), una antigua amiga y socia; Naram (Aarón Díaz), el novio de Sonia; Cary (Manolo Cardona), su exnovio; y Figueroa (José María de Tavira), un doctor amigo de la familia. Todos tienen motivos para matarse entre ellos, cuentas pendientes y viejas rencillas. Esa noche, alguien muere y es tarea de Ágata descubrir al asesino.
Un whodunit funcional, efectivo y emocionante para la audiencia necesita de varias cosas: conocer a los personajes (estos pueden tener secretos, vínculos entre ellos o motivaciones ocultas que se revelarán más adelante), un planteamiento claro de la situación, varias pistas desperdigadas para ser encontradas por el personaje detective y una conclusión final sorpresiva donde se unan todas estas pistas en una línea de pensamiento que le haga sentido tanto a los personajes como a los espectadores. Invitación a un asesinato falla en todos estos aspectos.
El guion, escrito por Javier Durán Pérez y Anton de Goenechea, brinca constantemente entre los personajes pero no se molesta en presentarlos o darnos sus nombres; los vínculos entre ellos tampoco quedan claros desde un inicio y no llegamos a conocerlos lo suficiente como para preocuparnos por ellos. La situación alrededor de la reunión es confusa y pareciera ser parte de un elaborado juego que los personajes conocen pero nunca se molestan en explicárselo a la audiencia.
La mayor parte de la película seguimos a Regina Blandón (Maquillame otra vez) haciendo preguntas y descubriendo pistas que no se molestan en compartir con los espectadores. El personaje hace descubrimientos, se los guarda para ella misma, realiza toda la investigación fuera de cámara y junta a todos los personajes en un mismo cuarto para dar los resultados. En esta última secuencia, los guionistas pretenden sorprender a la audiencia con los incoherentes giros y convenientes nexos entre personajes pero en su lugar nos dejan confundidos, pues Ágata elabora un relato complejísimo utilizando solo un par de pistas.
El centro de todo el misterio es interesante e intenta hacer una crítica hacia las élites privilegiadas y cómo están dispuestas a cometer crímenes atroces con tal de obtener cualquier cosa, sin embargo el mensaje queda diluido y se pierde entre todas las situaciones convenientes y los agujeros del argumento.
Para ser un whodunit, Invitación a un asesinato es genérica y decepcionante. Por momentos parece querer homenajear a los casos de Benoit Blanc (específicamente Glass Onion) pero la decisión de los guionistas de resolver todo fuera de cámara sin involucrar a la audiencia resulta en una película plana y predecible. Ni siquiera su elenco lleno de rostros conocidos es suficiente como para intentar fingir sorpresa cuando el misterio se revela ante nosotros.
“Invitación a un asesinato” ya está disponible en Netflix.