Ver triángulos amorosos bisexuales como tema central en el cine todavía no es algo común, por ello se agradece que el director estadounidense Ira Sachs ponga su granito de arena con Pasajes (Passages), un filme romántico sexy, absorbente y con tintes telenovelescos que te tendrá gritando de cosas a la pantalla debido a la toxicidad de su protagonista y las soberbias actuaciones de tres de nuestros mejores intérpretes en la actualidad: Franz Rogowski, Adèle Exarchopoulos y Ben Whishaw.
La historia sigue a Tomas (Rogowski), un director alemán de cine que engaña a su esposo Martin (Whishaw) y comienza un amorío con Agathe (Exarchopoulos), una joven maestra de primaria que inocentemente recibe el inesperado amor de Tomas sin imaginarse el vendaval que le espera.
Martin intenta ser comprensivo con Tomas pero este escala las cosas, hace sentir mal a todo mundo e intenta forzar a ambas partes a una especie de relación poliamorosa, creando caos y confusión en el camino. Con el paso de cada giro e incidente amoroso se hace más claro el enorme egocentrismo de Tomas.
Ver Pasajes en la sala de cine fue fabuloso pues la construcción de la toxicidad del personaje de Tomas es tan efectiva que la audiencia constantemente gemía en frustración y exasperación por su deplorable accionar, pero también habían risas, pues la audacia de Tomás es simplemente increíble. Fue una experiencia comunal de odio hacia un personaje, pero del odio que se goza.
Franz Rogowski (Great Freedom) es un magnífico manipulador tóxico; el hombre utiliza su fisicalidad para comunicar la masculinidad frágil de Tomas y porta pomposos atuendos (gran diseño de Khadija Zeggaï) con enorme confianza y sensualidad, elementos cruciales en la manipulación de sus parejas. La genialidad de Rogowski es que, en este mar de toxicidad, siempre procura asomar un esbozo de melancolía para que te sientas incómodo por su predicamento: también manipula a la audiencia y por eso, a pesar de ser un personaje insufrible e inmaduro, no puedes dejar de ver a Tomas.
No es simple capricho que las escenas de sexo sean largas y apasionadas: Sachs utiliza al sexo como un constante revulsivo de su narrativa, pues es en el acto donde Tomas ejerce control sobre sus parejas. Cada vez que tiene sexo con alguien es como si los hechizara para reconciliarse. Tal vez te ha pasado: volver a tener sexo con una pareja tóxica abre ligeramente la puerta a la empatía; es un chispazo de esperanza para volver a intentarlo. Sin embargo, ¿es ese mero placer capaz de curar una relación o no es más que un remedio temporal? En este contexto de bisexualidad que involucra a un hombre creativo frágil y tóxico, Sachs nos muestra cómo el hechizo funciona de un lado, pero genera tristeza en el otro.
A pesar de su sexualidad, magnetismo y toques cómicos, Pasajes siempre navega por aguas melancólicas. El personaje de Martin es sensible, por lo que es presa fácil para la red tóxica de Tomas; la ternura natural de Ben Whishaw (Women Talking) te obliga a sentirte terrible por su situación y, al mismo tiempo, que odies más a Tomas, pero también existe mucha inteligencia que te da esperanzas y anima a querer verlo escapar de la relación. Del otro lado, Adèle Exarchopoulos (Los cinco diablos) hace de Agathe un personaje tridimensional a través de su gran capacidad para plasmar a personajes vulnerables y heridos sin parecer víctima.
Con toques europeos, sentido del humor y tres fenomenales actuaciones, Ira Sachs nos entrega un relato altamente entretenido sobre amor lioso, sexo y toxicidad con una fascinante dimensión psicológica que examina las maquinaciones egocéntricas de un artista para mantenerse como el foco de atención sin importar los corazones heridos que deje a su paso.
“Pasajes” o “Passages” formó parte de FICUNAM 13 y es distribuida por MUBI.
Imagen de portada cortesía de MUBI.