Es innegable que el universo de Mario Bros. ha marcado a generaciones de personas. Los numerosos productos de la franquicia han representado grandes ganancias económicas para Nintendo, sin embargo, el único negocio en el que la marca japonesa había fracasado era en el cinematográfico. Luego del fatídico resultado de Super Mario Bros. (1993), Nintendo fue aún más cauteloso con sus derechos y tuvieron que pasar 30 años para que una nueva y diferente adaptación surgiera a manos de Illumination Entertainment. Super Mario Bros. La película, dirigida por Aaron Horvath y Michael Jelenic, es un gran fan service, con impresionante calidad visual, pero que lamentablemente subestima a su audiencia y se pierde al desarrollar su historia. 

Los hermanos Mario (Chris Pratt y en español latino Raul Anaya) y Luigi (Charlie Day y Roberto Salguero) son plomeros con muchos sueños y metas, sin embargo, ni su familia ni Brooklyn, la ciudad donde viven, han sido buenos con ellos. Una noche, al tratar de ayudar a detener una fuga de agua, los hermanos llegan hasta unas tuberías que los absorben y los trasladan a un limbo con destino incierto; Luigi termina en las llamadas Tierras Oscuras y Mario cae en el Reino Champiñón en donde forma una alianza con su líder, la Princesa Peach (Anya Taylor-Joy y Alejandra Pilar), para rescatar a Luigi y derrotar al temible Bowser (Jack Black y Héctor Estrada), una tortuga conquistadora de reinos. 

Con toda la ola de adaptaciones fílmicas que se han hecho en los últimos años de videojuegos, era de esperarse la pronta aparición en pantalla grande de una de las franquicias más icónicas que esa industria ha producido. Sin duda Mario Bros. es un gran referente dentro de la cultura popular, pues no podríamos entender el negocio de los videojuegos y su impacto en determinadas sociedades y épocas, sin la presencia de este bigotón y su universo. Por esto y más, es una pena que “Super Mario Bros. La película” sea condescendiente y descomprometida con su público meta, a quienes subestima al poner sobre la mesa una historia raquítica y desangelada, únicamente apoyada por su prominente estilo visual. 

El guion de Matthew Fogel (Minions: Nace un villano) se enfoca demasiado en atiborrar de referencias (que por supuesto los fanáticos detectarán y disfrutarán), y se olvida por completo de darle un sentido a los deseos y necesidades de los personajes. Los mejores momentos del guion son cuando Fogel se enfoca en contextualizar y dar un panorama de quiénes son Mario y Luigi (dos jóvenes hermanos italoamericanos en Brooklyn emprendiendo su negocio de plomería, al mismo tiempo que son incomprendidos por su familia), pues los humaniza por un momento, pero hacia los demás actos todo se torna inconsistente con respecto al planteamiento de vínculos y el desarrollo de las acciones, las cuales con tal de no darle tregua a los guiños, son apresuradas. Esto se suma a la indiscriminada colocación del soundtrack, pues casi ninguna de las ultrapopulares canciones tienen un significado en las escenas o encuentran su ritmo con el armado de las acciones. 

Los discursos implícitos en la construcción de algunos personajes es de lo más rescatable, debido a que la Princesa Peach contrasta enormemente con Bowser. Por un lado la tortuga gigante luce como el clásico macho que piensa que con tener alguna clase de poder (ya sea dinero o bienes) puede retener a quien se le plazca, incluso en contra de su voluntad, y cuando no lo consigue, enfurece y es violento; Peach, en esta versión deja de ser la damisela en peligro y se convierte en una femme fatal capaz de defenderse sin ayuda. La película no repara en tener posturas progresistas que abonan a la formación de su público, pero resulta contradictorio al tener una trama tan indulgente. 

El apartado visual es simplemente deslumbrante, desde el diseño tan atinado de los personajes hasta el cuidado detalle de los diferentes espacios en los que se desarrollan las aventuras. La paleta de colores es tan infinita como propositiva: no es descabellado afirmar la completa similitud con los últimos videojuegos. La apariencia de la película remite a pensar que estamos ante una extensa cinemática de alguna entrega jugable. 

Super Mario Bros. La película está más cerca de Space Jam: Una nueva era que de La gran aventura Lego o incluso Sonic 2, por su preferencia en la forma y no en el fondo. Son claras las intenciones de Illumination y Nintendo de expandir el universo fílmico con las incalculables posibilidades de la franquicia, pero ojalá dejen de lado su condescendencia y subestimación hacia con el público. 

“Super Mario Bros. La película” ya está disponible en cines.

Foto de portada cortesía de Universal Pictures.