Siempre enfocada en visibilizar cuestiones sociales e invitar a la inclusión a partir de la empatía, la directora chilena Maite Alberdi se ha convertido en una de las grandes exponentes del cine documental en Latinoamérica. Después de ser nominada al Oscar por El agente topo, Alberdi vuelve a enfocar su lente en personas de la tercera edad, pero esta vez para contar una inolvidable historia de amor que también funciona como un retrato de la memoria de todo un país. Y lo hace siempre partiendo, una vez más, desde la empatía.

La memoria infinita, ganadora del Gran Premio del Jurado en Sundance 2023 y del Premio de la Audiencia Panorama en Berlinale 2023, documenta la relación entre la actriz y ex ministra de cultura Paulina Urrutia y su esposo, el periodista Augusto Góngora, quien padece Alzhéimer. 

La idea del documental surgió cuando Maite Alberdi conoció a Paulina y Augusto en un contexto de trabajo, y se sorprendió de la manera en cómo Paulina incorporaba a Augusto en su cotidianidad a pesar del alzhéimer. “Vi que era una pareja que lo estaba pasando bien en un contexto en que cualquier otra pareja lo podría estar pasando mal”, nos platicó Maite en entrevista.

Sin embargo, la película comenzó a transformarse durante su filmación debido a la inevitable relación de Augusto Góngora con la memoria histórica de Chile. Durante la dictadura de Pinochet, el periodista reportó los abusos de la misma a través de un programa clandestino y posteriormente se dedicó a documentar y visibilizar esos crímenes para que el país nunca se olvide de ellos. Augusto se convirtió en una suerte de guardián de la memoria nacional.

Y así como Augusto dedicó su vida a la resistencia, en La memoria infinita lo vemos resistir a los estragos del alzhéimer junto a Paulina, el amor de su vida. Con un grado magistral de sensibilidad, Maite Alberdi nos sumerge en su intimidad. Bailes, besos, abrazos, palabras de agradecimiento, paciencia, confusión, dolor. Es una película que captura la más pura y profunda representación de lo que es el amor. “Es un regalo que hace el cine porque vuelves a vivir, vuelves a hacer presente a una persona a través de este gran ejercicio de memoria en una persona que estaba perdiendo su memoria”, nos dijo Paulina Urrutia en entrevista.

Con motivo de la llegada de La memoria infinita o The Eternaly Memory a cines estadounidenses, La Estatuilla platicó con Maite Alberdi y Paulina Urrutia sobre la realización del filme, su manejo del concepto de la memoria y las enseñanzas que les dejó esta vivencia.

A continuación puedes escuchar nuestra entrevista completa con Alberdi y Urrutia en el podcast de La Estatuilla (también disponible en Spotify, Amazon Music y Anchor) y en donde, además, analizamos las grandes virtudes de este extraordinario filme. O si lo prefieres, más adelante puedes encontrar la transcripción de la charla.


Maite, ¿cómo fue la decisión de realizar este documental? ¿En qué punto conectaron? 

Maite Alberdi: Empezamos hace alrededor de cinco años. En 2018 empezamos a conversar y fue porque yo los conocí y los vi en un contexto laboral que me llamó la atención: cómo Augusto estaba tan integrado a la vida de Paulina y cómo ella lo llevaba a la calle y hacía que su mundo se relacionara con él. Y vi que era una pareja que lo estaba pasando bien en un contexto en que cualquier otra pareja lo podría estar pasando mal. Desde ahí me llamó la atención y fuimos construyendo de a poquito y entendiendo en qué momento estaban y estábamos, y estaba el mundo también.

Paulina, ¿cómo fue y qué implicó tomar la decisión de hacer esto junto a Augusto?

Paulina Urrutia: Esta película decidió hacerla Augusto. Cuando Maite le dijo que quería hacer una película, dijo “claro, por supuesto, ningún problema”. Y evidentemente fueron los hijos, fueron sus amigos y fui yo quienes tuvimos toda la resistencia por mucho tiempo. Pero, claro, nos fuimos convenciendo en el proceso y yo específicamente una vez que vi la película. Ahí realmente pude comprender por qué Augusto nunca se negó a hacerla: siempre tuvo muy claro porque fue parte de su vida registrar a nuestro país, a su pueblo, también la creación y la creatividad de la comunidad artística de nuestro país durante mucho tiempo, y el hecho de enfrentar esta enfermedad para él también fue algo natural que solamente la magia y el talento de Maite hace que sea una película tan luminosa, tan transformadora en el sentido de lo que el arte puede hacer con un tema así.

Maite, obviamente existe una conexión entre el trabajo de Augusto de recopilar la memoria de Chile y la pérdida de su propia memoria. Esta conexión entre el alzhéimer y el olvido de la memoria colectiva del país, ¿fue algo que tuviste en mente desde el inicio?

MA: No, para nada. Yo partí queriendo hacer un retrato de cómo una pareja vivía la enfermedad y pensaba que no era necesario contar el pasado y que no era necesario el uso del archivo. Pero de a poco, conforme lo fui conociendo lo fui entendiendo y me di cuenta que no lo podía representar a él sin contar eso, ni a ellos. Tenía que ver con una identidad que tuvo hasta el final, con obsesiones que le preocuparon, con cosas que recordaba. Entonces, no podía pasarlo por alto. Y para entender el presente había que entender el pasado. Somos un todo y de alguna manera él me ayudó a entender ese punto de vista de la película. 

Cuando fui encontrando esos archivos, cuando vi ese discurso y me quedó tan clara su preocupación por la memoria histórica y por que las cosas se supieran, se contaran, se registraran en detalle y se hablaran. No podíamos no mostrarlas, no hablarlas y no hacer ese legado, que también es una pregunta de cómo volver a hablar de eso 50 años después y él lo dice en ese discurso, desde las emociones, desde cómo procesamos los duelos, desde la memoria efectiva. Creo que eso es lo que propone la película y eso es lo que propone Augusto.

la-memoria-infinita-maite-alberdi
“La memoria infinita” | Cortesía de MTV Documentary Films

Paulina, ¿cómo era para ustedes tener esta presencia en casa? Tanto tú como Augusto están acostumbrados a las cámaras de cierta manera, tú como actriz y él como periodista. Entonces, ¿cómo lidiaban con la grabación?

PU: Como tú bien lo dices, nos relacionamos con el proceso del registro de la película de manera muy distinta. Augusto estaba muy acostumbrado a estar frente a cámara, por lo tanto, para él era una situación muy activa tener la cámara presente porque él ya tenía una relación. Y por mi parte, bueno, yo soy actriz y cuando uno hace bien su pega uno se tiene que olvidar de la cámara. La verdad es que actuamos de una manera muy natural con ese registro desde la naturaleza distinta que éramos nosotros. Otro cuento tiene que ver con la capacidad de los límites porque nosotros obviamente estuvimos, ya nos entregamos al proceso y en eso está el talento, el cuidado y el respeto de Maite en un espacio en donde estaba todo abierto, digamos. El registro fue absolutamente espontáneo y natural. Específicamente en el que yo estuve, que fue durante la pandemia, nunca se pensó como parte de la película.

Maite, ¿cómo capturar todo esto sin ser intrusiva, sin tal vez rebasar límites de privacidad?

MA: La pregunta sobre los límites en los documentales… yo creo que cada historia como que uno se tiene que ir dando cuenta cuáles son los límites y ser claro, o sea, creo que tiene que ver con los espacios de comodidad. Si todos nos sentimos cómodos, vamos estableciendo los límites juntos y por supuesto que uno no va a entrar el primer día a filmarlo todo, pasan los años, uno se va conociendo, uno sabe qué sí, qué no, dónde quiere estar con la cámara, dónde no quiere estar con la cámara y creo que eso se va construyendo en conjunto, pero es muy difícil establecer una teoría sobre los límites. Es como pensar qué límite le vas a poner a tu hijo cuando no tienes hijos, o sea, es hasta el momento que nacen que uno empieza a entender qué límite tienes que ponerle, para qué etapa y cómo lo vas viviendo a medida que va creciendo.

Maite, ¿en qué punto de la realización te diste cuenta de que, además de la memoria, esta era una historia de amor y no de cualquier amor, de amor verdadero que se nota y es palpable?

MA: Yo sí, lo tenía claro desde el primer día, era lo único que tenía claro. La de la memoria no lo tenía claro, nada claro, pero lo del amor sí. Yo quería hacer una historia de amor, esa era mi obsesión. Y hasta el día de hoy digo, para mí no es una película sobre el alzhéimer. Es sobre todo: sobre la memoria, sobre el alzhéimer, sobre la vida, pero ante todo, para mí, es una película sobre el amor. Eso sí, porque lo vi. Yo confío en los documentales también porque uno elige a personas por lo que le generan de guata, o sea de estómago. Es como enamorarse: después uno va teorizando y entendiendo por qué le gusta, buscando las razones. Pero al principio es el qué te hace sentir. Y mi aproximación a lo que me hacía sentir tenía que ver con la pareja que era, no con los profesionales que eran.

la-memoria-infinita-the-eternal-memory-03
“La memoria infinita” | Cortesía de MTV Documentary Films

Tienes todo este pietaje de casi cuatro años, el pietaje histórico del Teleanálisis, el pietaje casero, lo que Paulina grabó. Pero el armado de esta película va más allá de solo unir los momentos más potentes. Existe un hilo narrativo sobre la memoria, sobre cómo la memoria queda grabada en el cuerpo, y a la vez tenemos las diversas imágenes que se convierten en esta representación pura de amor profundo. Entonces, ¿cómo abordar el montaje para representar todo esto? 

MA: Es excepcional el trabajo de Carolina Siraqyan, que es la montajista, porque es un montaje asociativo. O sea, acá había que armar un puente para construir el presente, pero ligándolo a una pieza del pasado para que ese presente tuviese otra lectura y tuviese la carga que tenían ellos sobre su propia historia, sobre el país, sobre su relación. Entonces, se va mezclando de manera no lineal, no para construir una historia, sino para construir un sentimiento o para construir una relación. Entonces, eso no se cuenta “A, B, C, esto lleva a esto”. Es totalmente asociativo. Entonces, era muy complejo encontrar las asociaciones correctas para cada momento con todo ese material que era infinito.

Paulina, ¿cuál fue tu impresión al ver cómo Maite acomodó con tal sensibilidad todo ese pietaje que grabaste durante la pandemia? ¿Cómo fue ver esta película ya con un público?

PU: Ha sido un verdadero regalo, sobre todo ahora que Augusto ya partió. Yo, cuando vi la película, la verdad es que pude comprender y verlo sensiblemente, percibir el relato de ambos, la construcción de Augusto, ese ejercicio permanente de registro de la crónica de su vida profesional y personal. Y, al mismo tiempo, cómo Maite fue urdiendo en este gran ejercicio de memoria. Cuando vi la película, que es lo que yo creo que les va a pasar a toda la gente que vaya a verla, es un gran ejercicio de memoria. Si uno recuerda a una persona que ha amado, el pasado se mezcla con las cosas que uno está viviendo ahora, con lo que quiere hacer, con lo que sueña y  lo luminoso que es eso. Es un regalo que hace el arte, que hace el cine, porque vuelves a vivir, vuelves a hacer presente a una persona a través de este gran ejercicio de memoria en una persona que estaba perdiendo su memoria.

Con toda esta experiencia, Paulina, ¿qué le dirías a alguien que está atravesando o está por atravesar este proceso de cuidar a alguien con alzhéimer? O a ti, ¿que te hubiera gustado saber antes de comenzar este proceso?

PU: Yo solamente diría que esta enfermedad o cualquier otra es una oportunidad para que aquél que está padeciendo pueda contar con alguien. Lo que descubrí con esta enfermedad fue eso, que todos en algún momento vamos a cuidar a alguien y espero ser cuidado por alguien en un proceso de estar despidiéndonos, de estar cerrando el ciclo. Y lo más bonito que tiene esta película es que toma esta enfermedad que produce tanto miedo, que todo el mundo dice “hoy vamos a ver una película de alzhéimer. ¡Ay, no! ¡Qué terrible!” Bueno, que no es tan terrible, que todos podemos cuidar a un otro y espero ser cuidada por otro, y no de manera solamente individual, sino que esta es una tarea que puede ser hecha por persona, familia y, ojalá, sociedades que tengan en su centro el cuidado del otro.

“La memoria infinita” o “The Eternal Memory” es distribuida por MTV Documentary Films y ya está disponible en cines de Los Angeles, Nueva York y San Francisco, y se expandirá a nivel nacional el 25 de agosto. Llegará a cines y streaming en Latinoamérica más tarde en el año.

Imagen de portada cortesía de MTV Documentary Films.