Entre 1915 y 1917, más de un millón de personas armenias fueron sistemática y brutalmente asesinadas por el imperio otomano; durante la limpieza étnica se llevaron a cabo violaciones, marchas por el desierto, islamización forzada y masacres. Pero en pleno 2022, solo 33 países han reconocido oficialmente la masacre armenia, Estados Unidos apenas lo hizo en 2021 y la nación responsable, Turquía, lo sigue negando. Es por ello que el documental animado “Aurora’s Sunrise” de Inna Sahakyan, más allá de ser una propositiva y soberbia mezcla de géneros y técnicas, es una herramienta imprescindible para darle visibilidad al genocidio.
“Aurora’s Sunrise” es la historia de Arshaluys Mardiganian (rebautizada “Aurora” en Estados Unidos), una joven que llegó a Nueva York tras sobrevivir el genocidio armenio, no sin antes pasar por innumerables atrocidades, entre ellas, ver morir a casi toda su familia. Al enterarse de su experiencia (gracias a una serie de textos publicados en el periódico), Hollywood hizo una película muda titulada “Auction of Souls” (1919) con Arshaluys en el rol titular; la chica aceptó revivir el terror para darle visibilidad a la matanza.
Para contarnos la desgarradora historia de Arshaluys y su paso por Hollywood, así como las repercusiones emocionales, políticas y sociales del éxito de “Auction of Souls”, la directora Inna Sahakyan alterna constantemente entre distintas técnicas; utiliza pietaje documental de una entrevista a Mardiganian realizada por el Zoryan Institute en 1984, así como fragmentos restaurados de los únicos 18 minutos sobrevivientes de “Auction of Souls” (mismos que aparecieron en los 90 tras 70 años de incógnita), y hermosa animación de rotoscopia, con un estilo visual de acuarela, inspirado en el Ars nova y que utiliza como motif recurrente el trabajo con seda del padre de Arshaluys. La animación le da vida a una historia olvidada y ocultada por muchos, ya que le permite a Sahakyan evocar memorias, jugar con abstracciones visuales y darle una textura a los acontecimientos.
El trabajo de dirección es excepcional pues Sahakyan retrata el terror del genocidio sin olvidarse de, en los momentos adecuados, encumbrar la belleza de Armenia y brindar un enfoque a los estragos emocionales sufridos por Arshaluys. Es un trabajo sumamente complejo pero ejecutado con asombroso control autoral.
A diferencia de otros de su tipo, “Aurora’s Sunrise” nunca se queda con el mero relato de la experiencia de su sujeto, sino que tiene numerosos matices a nivel discursivo y documental. Aquí encontramos retratada la dualidad histórica de Hollywood: por una parte, este filme es un testimonio con tintes metanarrativos del poder positivo que tiene el séptimo arte para brindar visibilidad a historias y empujar causas sociales, pero también es un recordatorio de cómo la maquinaria capitalista estadounidense, apoyada por la hipocresía de Hollywood, siempre ha buscado el beneficio económico propio antes que el bien social; el sistema le brindó visibilidad a una causa importantísima, pero también explotó el trauma de Arshaluys para lograrlo.
En la reflexión final del filme, Arshaluys argumenta que la indiferencia mostrada por el mundo hacia el genocidio armenio abrió las puertas para el Holocausto unas décadas después. Inna Sahakyan le hace justicia a este argumento, a su sujeto y su historia porque, así como ella, esta película lucha por darle luz a un pasaje oscuro y erradicar cualquier sentimiento de indiferencia. “Aurora’s Sunrise” es memoria y es resistencia cinematográfica a favor de la justicia, es un documento polifacético que se asegura de que nunca olvides a las víctimas de la historia.
“Aurora’s Sunrise” ganó Mejor Película Animada en los Asian Pacific Screen Awards 2022 y es la selección de Armenia para el Oscar de Mejor Película Internacional 2023. Imagen de portada cortesía de Festival Scope Pro.