En Shiva Baby, Emma Seligman nos trajo una muy claustrofóbica, graciosa e incómoda película que no tenía miedo a llevar su premisa sobre una sugar baby que se encuentra con su sugar daddy en un funeral judio. Sin temor a ofender, la directora nos trajo una película muy honesta sobre las presiones que vivía su protagonista en un entorno ortodoxo. Ahora nos trae su segundo largometraje, Bottoms o El club de las peleadoras, en la cual lleva este acercamiento a niveles aún más exagerados. Con estructura y estilo de las comedias de los 90 y 2000, esta es una obra a la que no le asusta expresarse a todo pulmón y por lo mismo, dejará más de una ceja levantada.
PJ (Rachel Sennott) y Josie (Ayo Edebiri) son dos adolescentes lesbianas que quieren perder su virginidad antes de terminar la preparatoria, pero todos las rechazan. Para cambiar esto, a PJ se le ocurre una idea: ante la ola de violencia de género que hay en la escuela, fundan un club de defensa personal para mujeres. Sin embargo, su verdadero objetivo es reclutar a las chicas más guapas del colegio, tener contacto físico con ellas y eventualmente llevar ese lazo a otro plano físico más afectivo.
Una de las claves para conectar con Bottoms es qué tan dispuesto estés a aceptar su premisa: dos chicas que engañan a otras para poder tener contacto físico y conquistarlas. Esta problemática idea, sin embargo, no es gratuita: desde el inicio la única razón por la que las autoridades escolares le dejan a las chicas tener el club de defensa personal es porque ellas lo describen como un “club de la pelea” femenil. El tono de farsa exagerada sobre temas fuertes como el acoso, la violación e incluso los atentados estudiantiles nos invita a reírnos sobre temas extremadamente serios.
En este aspecto, la película nos lleva a cuestionarnos qué nos incomoda de ver a mujeres en estas situaciones: qué es lo que hace que películas con estos mismos comportamientos, como la clásica There’s Something About Mary, sean clásicos si cuentan con las mismas actitudes tóxicas. Todos los personajes secundarios son estereotipos: los atletas de la escuela son estúpidos y violentos, el director y maestros son abiertamente misóginos, los insultos hacia las protagonistas son dichos hasta por sus padres y las golpizas sangrientas son aceptadas por el cuerpo escolar sin cuestionamientos.
Pese a que todo está justificado en el discurso, varios temas quedan como un chiste y su tratamiento superficial resulta un tanto irresponsable: por ejemplo, una de las chicas del club menciona que tiene un acosador y que la policía le dice que no pueden hacer nada a no ser que casi la mate. Esta persona no tiene presencia más allá de esta línea que es usada en un momento de supuesta reflexión, pero está planteada como una broma incómoda que jamás es abordada más adelante.
Asimismo el guion a veces peca de apegarse demasiado a las comedias a las cuales hace homenaje (las romcoms adolescentes noventeras), lo que hace que algunos aspectos de la trama, sobre todo a partir de la segunda mitad, sean extremadamente predecibles: hay varios puntos dramáticos que uno puede oler a la distancia, así como su resolución. Pero sus clichés y convenciones se compensan con su mensaje sobre la importancia del apoyo entre mujeres, así como varios momentos honestos que las chicas comparten a través del club.
De todos modos, si te sumas a su premisa, la película tiene varias risas y es llevadera, en especial gracias a Sennott (Bodies, Bodies, Bodies) y Edebiri (Hello, Goodbye and Everything in Between), quienes tienen un talento nato para la comedia. Bottoms muy probablemente incomode a varios, y si las comedias vulgares adolescentes no son lo tuyo dudo que esta te convezca, pero tiene un discurso muy ingenioso que posiciona a Emma Seligman como una directora a la que hay que seguirle la pista.
“Bottoms” o “El club de las peleadoras” (también titulada “El club de las luchadoras” por alguna razón) está disponible en Prime Video.