Hace poco se estrenó en cines la secuela de “El gato con botas”, una divertidísima aventura que usa la animación de forma ingeniosa para tratar temas universales y maduros. Uno se pregunta si los distribuidores de “Las aventuras de Maurice”, de los directores Toby Genkel y Florian Westermann, buscan autosabotearse, pues al traerla con una fecha tan cercana a la del otro minino pelirrojo y parlante solo hacen más notorias sus carencias narrativas.
Maurice (voz de Javier Ibarreche) es un gato parlante que, junto a una tropa de ratas y un niño llamado Keith (voz de Emilio Treviño), estafa a distintos pueblos haciéndoles creer que el joven humano es el legendario flautista de Hamelín. Sin embargo, un día llegan a una ciudad con una misteriosa hambruna, y la hija del alcalde, Malicia (voz de Gaby Meza) los obliga a resolver el misterio.
Decir que “Las aventuras de Maurice” es un caos no es una exageración. El guion trata de mezclar su exceso de personajes con metahumor confuso y demasiada exposición incluso para una historia infantil. El elemento más molesto es probablemente el personaje de Malicia, quien es narradora y participante del cuento.
Su inclusión tiene la intención de hacer comentarios meta sobre los cuentos de hadas y a la vez darle un giro inteligente a la narrativa. Sin embargo, no termina por funcionar: nunca queda claro el contexto desde el cual cuenta la aventura, y una vez que pasa a formar parte de ella sigue rompiendo la cuarta pared, lo cual distrae mucho y crea dudas innecesarias: ¿el personaje está consciente de nuestra existencia o le habla a una audiencia imaginaria? ¿Esta historia ya pasó o está pasando? ¿Quién es el protagonista? No ayuda el trabajo de Gaby Meza, quien usa el mismo tono que sus videos de YouTube, con entonaciones exageradas que funcionan en un videoblog pero no para un personaje de película, sobre todo uno que habla directamente a cámara.
Incluso quitando a Malicia, la trama se extiende innecesariamente en lo que tranquilamente pudo ser un inofensivo y divertido corto. En su lugar, tenemos un revoltijo de ocurrencias aparentemente divertidas por separado, pero cuya mezcla resulta extraña. Una subtrama que involucra la muerte a cuadro de un pavo y alusiones al canibalismos se siente particularmente fuera de lugar.
“Las aventuras de Maurice” desperdicia buenas ideas en una película que confunde autorreferencia con ingenio y exceso con desarrollo. Tal vez el libro en el cual está basado tenga el encanto que no vemos en pantalla: a los padres interesados probablemente les convenga más revisar el material original.
“Las aventuras de Maurice” ya está disponible en cines mexicanos.