Pasar de una joven fiestera e irreverente intentando acoplarse a su inminente maternidad en la joya coming-of-age “Ninjababy” a una novicia lidiando con un pasado traumático en el drama “The Great Silence”, sobresaliente ópera prima de Katrine Brocks, no debe ser cosa fácil pero la talentosa actriz noruega Kristine Kujath Thorp lo logra con excelencia para consolidarse como uno de los talentos a seguir en la industria europea. 

Thorp interpreta a la hermana Alma, una joven novicia que se prepara para convertirse en monja y comprometerse enteramente con Dios. Unos días antes de la ceremonia, su hermano Erik (Elliott Crosset Hove) aparece, recién salido de rehabilitación, en el convento con la intención de reclamar la parte justa de su herencia, misma que Silje (nombre real de Alma) ya donó a la orden. 

Alma se siente incómoda desde el primer momento en el que aparece Erik y las cosas empeoran para ella cuando la madre Miriam (Karen-Lise Mynster) lo invita a quedarse unos días. La estancia y convivencia reviven viejos trauma de Alma y pronto se hace evidente que, contrario a lo que intente proyectar, su lado espiritual no está en paz; no importa cuánto rece, Alma no sólo no siente a Dios sino que pronto comienza a ser rebasada por sus demonios personales. 

Katrine Brocks maneja con paciencia y precisión los hilos de su historia para utilizar los silencios como herramienta narrativa y, con ayuda de una destacada fotografía de Mia Mai Dengsø Graabæk, crear una atmósfera de incertidumbre y suspenso. El montaje introduce un elemento de caos temporal al filme que sirve para representar el estado emocional de su protagonista hasta desembocar en un final fascinante. Y en el centro de todo se encuentra una Kristine Kujath Thorp valiente que transmite a la perfección el trauma de su personaje; Elliott Crosset Hove no se queda atrás en una actuación dinámica que guarda mucho dolor.

“The Great Silence” formó parte del Festival Internacional de Cine de Chicago 2022 en donde obtuvo el premio Roger Ebert Award ex aequo.