Tras traernos dos de las mejores películas de terror contemporáneo, Hereditary y Misdommar, Ari Aster regresa a la pantalla con Beau tiene miedo, una experiencia retadora de tres horas en las cuales se aleja del horror en cuanto a género narrativo pero no en espíritu: el director ahora nos invita a una alocada, excéntrica y desesperante experiencia que camina la delgada línea entre brillantez y pretenciosidad.
Beau (Joaquin Phoenix) es un hombre de casi 50 años que vive en ansiedad absoluta. Está sumamente estresado porque va a visitar a su mamá (Patti LuPone) por el aniversario luctuoso de su padre. Sin embargo, una tragedia lo lleva a una surreal odisea en la cual enfrenta sus peores miedos e inseguridades.
Desde el inicio, Aster nos plantea que esta película no será una experiencia fácil. El director nos presenta un mundo que refleja el estado mental de su protagonista: en las calles las personas se matan, hay cadáveres a los cuales todos ignoran, la gente es extremadamente agresiva con total naturalidad y sin ninguna provocación. El universo de Beau tiene miedo carece de lógica o sentido, pues Aster pone la atmósfera y las sensaciones por sobre la credibilidad y así captura perfectamente la desesperación provocada por la ansiedad.
Lejos queda la pulcra y precisa escritura de Hereditary o la catarsis de Midsommar: el guion de esta película no es uno en el cual se sigan las convenciones clásicas, sino que se construye a partir del absurdo evidente, de forma similar a una pesadilla ridícula en la cual el miedo y el humor grotesco se mezclan. De hecho, las partes más débiles de la película son los giros narrativos que siguen una estructura lineal: es mucho más interesante cuando se arroja ciegamente a los terrenos de lo inverosímil, de lo desesperante.
Aster una vez más saca actuaciones sobresalientes de su elenco: Joaquin Phoenix (C’mon C’mon) es impresionante, su compromiso con el papel es digno de aplaudir, pues Beau es probablemente uno de los personajes más exasperantes y carentes de carácter que he visto en la pantalla, y Phoenix lo hace sumamente memorable al punto de querer zarandearlo por su pasividad. Patti LuPone y Zoe Lister-Jones, como la versión vieja y joven de su madre, respectivamente, nos ayudan a entender perfectamente por qué este hombre es como es: son asfixiantes, manipuladoras, crueles y poseen una seguridad inigualable que solo resalta más el miedoso temperamento de Beau.
Recientemente hemos tenido varias películas sobre conflictos generacionales entre padres e hijos, como Everything Everywhere All At Once, Turning Red e incluso The Fabelmans, pero todas ellas palidecen frente a la manera cruda, grotesca e irritante con la cual Beau tiene miedo trata el tema. Detrás de todas sus metáforas y rarezas, esta es una historia sobre la asfixiante relación entre una madre y su hijo, y los efectos de esta en la salud mental de él. De manera similar a Darren Aronofsky en Mother!, Aster es bastante literal en algunas de sus analogías, pero en una película tan histriónica la sutileza no tiene cabida.
En el apartado técnico, esta es probablemente la pieza más ambiciosa del director: tiene secuencias preciosas, algunas morbosamente ingeniosas y el mejor segmento de todos, una obra teatral dentro de la película que mezcla un diseño de producción impecable, un uso muy bello de la animación, una narración al estilo de cuento de hadas y metaficción; esta sección es la que mejor funciona no solo por su riqueza técnica, sino porque ayuda al espectador a entender el punto de la película, cómo todo lo que vemos no se rige tanto por la lógica sino por las emociones. Así como en un cuento, la moraleja es más importante que el realismo.
Beau tiene miedo ha dividido a la crítica y probablemente haga lo mismo con las audiencias: su combinación inusual de comedia surreal está muy alejada de lo que ha hecho el director antes, y su atmósfera desesperante que pretende emular la ansiedad definitivamente no provoca una sensación placentera. Sin embargo, en línea con películas como Pienso en el final, es bastante enigmática para quienes acepten lo que tiene que ofrecer. ¿Es esto autoindulgente y posiblemente genere toda una horda de gente que se crea intelectualmente superior por entenderla? Sí, pero jamás pasará indiferente.
“Beau tiene miedo” ya se encuentra en cines mexicanos.