Es normal identificarse con historias, personajes o momentos que vemos en pantalla, sean por problemáticas parecidas a las que tenemos en el día a día, por las personalidades de los individuos en la historia, o por el mensaje que parece ser el mantra de tu vida. “C’mon C’mon: Siempre adelante” hizo todo eso en mí, y es raro cuando una película logra ser tan parecida a lo que creo que soy y lo que quiero alcanzar a ser. Es como ese clip de “The Unbearable Weight of Massive Talent” en donde el personaje de Pedro Pascal admite que “Paddington 2” le hizo querer ser mejor persona, y claro, la cinta del oso también me llegó al corazón, pero Mike Mills —el director de “C’mon C’mon”— puso en claro mis principios en la vida, además de mis miedos, objetivos y emociones.
Johnny (Joaquin Phoenix) es un periodista de radio que entrevista a varios infantes y adolescentes en diferentes ciudades de Estados Unidos y les pregunta sobre sus vidas y su perspectiva del futuro: existe una variedad de opiniones entre los jóvenes, algunos dicen que los siguientes años serán un poco más difíciles, otros mencionan tener esperanza en cambiar el porvenir, pero todos recalcan algo importante: cuestionar nuestro granito de arena en el tiempo que tengamos de vida. Después de que Mills nos presenta estas viñetas, llegamos con Viv (Gaby Hoffmann) y Jesse (Woody Norman), la hermana y el sobrino de Johnny, quienes lo reciben con cariño y logran retomar sus relaciones descuidadas por la pérdida de un familiar cercano pero, en un abrir y cerrar de ojos, Viv sale de la casa y le encarga el cuidado de Jesse a Johnny.
Hemos escuchado un millón de veces que el ser humano es social por naturaleza, pues existe esta necesidad de tener a alguien más para poder alcanzar un desarrollo más elevado al que tendríamos de manera individual, y, por más introvertidos, resguardados o tímidos que seamos, la regla nos empuja hacia la convivencia. Johnny y Jesse llegaron a esa misma situación, tuvieron un determinado tiempo para empezar a conocerse, a experimentar sus gustos y disgustos, y a tal grado podemos identificar el aprendizaje interno que se dan entre sí. ¿Recuerdan ese granito de arena que mencioné con las escenas de las entrevistas? Estos jóvenes entrevistados alzan la voz que pocas veces se les ha dado por ser injustamente calificados como inmaduros o incapaces de entender temas importantes, sea el calentamiento global, racismo o gentrificación; Mills les pone el reflector a los entrevistados para que los espectadores tomen en serio lo que tienen que decir, pues lo único que desea la nueva generación es dar esa pizca de empatía que tanto hace falta en el mundo.
Jesse personifica a muchos de los participantes de las entrevistas en “C’mon C’mon”, tiene una gran curiosidad acerca del mundo y menciona perspectivas que no creerías de un niño de su edad, pero también es un personaje complejo, pues necesita una mano que lo sostenga, tanto en el sentido literal como figurativo. Johnny es su complemento y a su vez encuentra en Jesse a una persona que no creía necesitar: ambos son ese acompañante que alienta a trabajar en las emociones y cómo las procesamos, en expresarlas y darles importancia. Ambos representan a esa persona que te asegura una cosa: todo estará bien. Un personaje menciona que aunque ama a tal persona, nunca sabrán todo sobre cada uno, y no, jamás llegaremos a entender completamente lo que le sucede a los demás, pero la empatía es un buen paso para iniciar la conversación.
Las relaciones humanas son difíciles, aún me cuestan trabajo y supongo que toda la vida será así, pero si ponemos atención a nuestro alrededor y entendemos las necesidades no solo de nuestro entorno sino también de las personas que lo complementan, estas conexiones pueden ser un poco más fáciles de llevar. “C’mon C’mon” es un refugio inspirador, un recordatorio que necesitamos escuchar para retomar lo que queremos ser en nuestro corto tiempo de vida, es una historia muy sencilla que nos invita a recordar y sanar el pasado, a disfrutar lo no planeado, pues como dice Jesse, you just have to c’mon, c’mon.