A lo largo del tiempo muchos artistas, científicos y luchadores sociales han quedado olvidados o han sido borrados de la historia a propósito para mantener cierto canon, convenciones o el estatus quo de una sociedad poco tolerante a los cambios; muchos siguen desaparecidos y esperan ser redescubiertos por el público y las academias. Este año, gracias a la guionista Stefani Robinson y al director Stephen Williams (Watchmen), podemos conocer a una de esas figuras históricas que habrían cambiado todo: Joseph Bolonge, virtuoso violinista, genio compositor, magnífico esgrimista y fiel defensor de los derechos del hombre durante la Revolución Francesa, todo esto en Chevalier: Pasión y Libertad, un biopic convencional pero bastante emotivo y poderoso.
Joseph Bolonge (Kelvin Harrison Jr.), hijo ilegítimo de un renombrado caballero francés y su esclava de origen afrodescendiente, está viviendo un momento espectacular en su vida: acaba de ser nombrado Chevalier de Saint-Georges por la reina María Antonieta (Lucy Boynton), se reencontró con su madre (Ronke Adekoluejo) a quién no ve desde los seis años, una adinerada mujer aceptó financiar su primera ópera con la cual espera ganar la posición de Director de la Gran Ópera de París, y mantiene una relación extramarital con Marie Josephine (Samara Weaving), Marquesa de Montalembert, sin embargo todos sus éxitos le han ganado varios enemigos que no están contentos de ver a un hombre como él en una situación tan acomodada.
El corazón de la historia está en la actuación de Kelvin Harrison Jr. (Cyrano) como Joseph Bolonge pues entrega una interpretación llena de matices y capas de complejidad: al inicio es el engreído y ambicioso Chevalier, quién intenta ser un sobresaliente caballero francés para encajar en una sociedad de hombres que jamás lo verán como su igual pero, al final, nos presenta a un Joseph vulnerable y, lo más importante, consciente y orgulloso de sus orígenes afrocaribeños, algo que lo lleva a convertirse en una voz para la revolución.
El resto del reparto complementa a la perfección a Harrison Jr.: Samara Weaving (El Valet) sobresale entre todos ellos: su actuación es sutil, con pequeños movimientos faciales logra construir momentos de gran peso emocional, pero eso no le impide explotar y dominar en pantalla cuando debe hacerlo. Además, la presencia de su personaje construye un paralelismo con el de Joseph: ella también está encadenada por las conveniencias sociales de la época, se trata de una mujer con un matrimonio arreglado con un marido tiránico, violento y sin ningún tipo de interés en la cultura. Desgraciadamente todo el potencial del personaje, sus cuestionamientos sobre la emancipación femenina y la participación de las mujeres durante la Revolución Francesa, quedan en el aire en favor de potenciar el carácter revolucionario de Chevalier.
El guion de Stefani Robinson sigue la línea de un biopic tradicional, incluso por momentos presenta varios clichés del género de forma puntual (sin mencionar lo unidimensionales que son sus antagonistas), sin embargo destaca en la construcción de su personaje principal y aquellos a su alrededor. Las intenciones de la cinta son claras: reivindicar la figura de Joseph Bolonge como uno de los más grandes compositores de la historia (inclusive lo pone a competir directamente con Mozart), para esto nos hace empatizar con él y sus circunstancias, proporciona un contexto del mundo donde se desenvuelve Chevalier y una vez colocadas todas las fichas en el tablero las deja jugar con libertad, sin dejar de seguir ciertas convenciones de las películas biográficas. De esta manera, Robinson construye un relato emotivo cuyo motor no es el éxito profesional de su personaje principal o sus ideales revolucionarios, más bien se trata del amor de una madre por su hijo y cómo esta le ayuda a reencontrarse a sí mismo.
La dirección de Stephen Williams prioriza estos momentos íntimos del personaje, deja correr la cámara durante las secuencias más emotivas y lo encierra en sí mismo a través de primerísimos primeros planos. Por otra parte, en ocasiones acelera la acción a través de montajes, guiados por el excelente score de Kris Bowers (King Richard) y transiciones ingeniosas que hacen resaltar el diseño de producción de la cinta.
Uno de los mayores problemas de la película está en sus antagonistas pues son unidimensionales: el esposo de Marie Josephine (Martin Csokas) es representado como un militar que está enojado todo el tiempo sin una razón aparente, es una figura del estado y por lo tanto es malo. Igualmente el resto de compositores, músicos y actrices ajenos a Chevalier, todos son engreídos, burlones y superficiales: jamás llegamos a profundizar en ellos. La excepción es la María Antonieta de Lucy Boynton (Los crímenes de la academia), quien al inicio se presenta como una aliada de Joseph, sin embargo las circunstancias políticas a su alrededor, los rumores en la corte y la hipocresía de la época la fuerzan a darle la espalda, desarrollo que, por consecuencia, nos da un retrato más complejo del personaje y sus decisiones.
Chevalier: Pasión y Libertad es un biopic tradicional, no busca innovar el género pero se siente fresca al reivindicar a una figura histórica cómo Joseph Bolonge, interpretado de manera magistral por Kelvin Harrison Jr., un hombre borrado por pedido de Napoleón luego de tomar el poder y reinstaurar la esclavitud en todo el imperio y sus colonias. El guion de Robinson no solo cumple su función al presentarnos a Chevalier, también se siente actual al mostrar en paralelo la desigualdad económica en París y cómo esta situación, además de las constantes injusticias por parte del grupo en el poder hacia las minorías, llevaron a una poderosa revolución que cambió el mundo.
“Chevalier: Pasión y Libertad” ya se encuentra disponible en Star+.
Imagen de portada cortesía de Disney.