“Aunque los eventos de esta historia son ficticios… Estas. Personas. Existieron” es lo primero que vemos en “Más dura será la caída”, un filme que lucha contra el whitewashing utilizado durante décadas por los westerns hollywoodenses para intentar erradicar a la figura afroamericana de su historia. Para ello, el director Jeymes Samuels crea una historia original con mucho estilo y un gran elenco de estrellas consolidadas. 

Nat Love (Jonathan Majors) es un bandido buscando venganza por el asesinato de sus padres a manos del notorio criminal Rufus Black (Idris Elba), quien acaba de escapar de prisión y de la mano de sus confiables rufianes Trudy Smith (Regina King) y Cherokee Bill (LaKeith Stanfield) está intentando controlar a un pueblo bajo la excusa de proteger a su gente afroamericana de la influencia blanca. Para cazarlo, Nat Love recibe ayuda de su propia banda integrada por Bill Pickett (Edi Gathegi), el sheriff Bass Reeves (Delroy Lindo), el joven Jim Beckworth (RJ Cyler) y su querida Stagecoach Mary (Zazie Beetz).

El amor de Samuels por el género western es evidente. “Más dura será la caída” tiene mucha personalidad, sangrientos tiroteos, pinceladas artísticas que recuerdan a Tarantino y Corbucci, así como un uso fascinante de música; escuchamos una combinación de reggae y hip-hop con toques de partituras clásicas del Viejo Oeste. El propio Samuels, un músico y productor conocido como The Bullitts, se encarga del score original. 

Todas las decisiones estilísticas ayudan a crear un producto fresco y audiovisualmente agradable. Sin embargo, eso no significa que la historia trabaje a toda máquina, pues la forma hace poco por inyectar tensión o drama al fondo; algunas canciones distraen y ciertos elementos técnicos solo existen para hacer a los personajes lucir cool en vez de apoyar su arco narrativo. El humor funciona a medias y hay demasiado homenaje al género por parte de Samuels. 

La historia de venganza de “Más dura será la caída” es muy sencilla, pero inexplicablemente Samuels la alarga a 139 minutos de duración con ideas y subtramas pobremente desarrolladas, tales como la relación entre Black y Smith y los sueños (¿o excusas?) de Black por crear una sociedad afroamericana ideal. Da la impresión de que el director pasa por largo sus propios planteamientos para ir directo a la acción, pero entonces ¿para qué plantearlos en primer lugar?

En un inicio, los personajes lucen interesantes y el talento actoral, en general, hace un estupendo trabajo llevándolos a la vida, destacando a Jonathan Majors (“Da 5 Bloods”), quien salta de la la pantalla con carisma y confianza. No obstante, el paso de los minutos nos deja a personajes desperdiciados, tales como Cherokee Bill, quien aparece en un par de espectaculares escenas, comandadas con maestría por el carismático y amenazante LaKeith Stanfield (“Judas and the Black Messiah”), pero pronto es relegado a ser un vaquero más, sin mucho que hacer en la trama. Lo mismo va para Rufus Black, quien resulta ser un villano cruel del montón, interpretado con poca energía por un Idris Elba (“Concrete Cowboys”) haciendo lo mismo de siempre: echar ojos de pistola y lucir imponente.

“Más dura será la caída” entretiene gracias a destacadas ideas estilísticas y un formidable elenco; tiene destellos de genialidad y secuencias apasionantes que traen a la modernidad tropos anticuados del western. Sin embargo, la carencia de impacto emocional dejan la sensación de que Samuels pudo haber hecho mucho más con el material o por lo menos crear un producto más compacto y memorable con la calidad para escapar del molde plástico de Netflix.

“Más dura será la caída” ya se encuentra disponible en Netflix.