Por muchos años a Roland Emmerich lo han catalogado como “el padre de la destrucción” a nivel cinematográfico, sin embargo, su afán patriotero y superfluo han provocado que sus últimas cintas carezcan de sentido (si es que alguna vez lo tuvieron) y sean un parque de diversiones, incluso más que Marvel. “Moonfall”, su nueva película, es un producto tedioso, totalmente absurdo y sin un sustento narrativo sólido. 

Luego de que tres astronautas hicieran una misión de rutina, una fuerza antinatural los golpea, matando a uno de ellos. De vuelta en tierra, uno de ellos, el astronauta Brian Harper (interpretado por Patrick Wilson), es acusado de negligencia, pues nunca se pudo comprobar el ataque de la extraña fuerza. Sin poder resolver este malentendido, transcurre el tiempo y un conspiranoico quien se hace pasar por doctor llamado KC Houseman (John Bradley), descubre que aquel evento provocó el desplazamiento de la Luna de su órbita y se dirige a la Tierra sin tregua alguna. Con el problema encima, Houseman, Harper y la ejecutiva de la NASA Jo Fowler (Halle Berry) se encaminan a salvar al mundo sin saber que el surgimiento del misterioso ser está vinculado con antepasados humanos. 

Si la premisa anterior se hubiera desarrollado tal cual, sin explicaciones y sin la construcción de un universo absurdo, la película habría funcionado mejor, pero la incoherencia en sus planteamientos pecan de intelectualoides, y más cuando el director nunca se ha preocupado por esos apartados en sus anteriores proyectos. Pretende fervientemente parecerse a “Arrival” y “Enemy”, dos obras de un director hábil y propositivo, sin embargo, al final termina por entregar un producto grandilocuente a nivel visual, aunque vacío en su abordaje narrativo y temático. 

A excepción del protagonista John Bradley, quien le da humor y excentricidad a su personaje lleno de falacias y destreza verbal, todo el elenco se obsesiona con un melodrama exagerado, aspecto que no es del todo su culpa, sino del ineficiente guion de Roland Emmerich, Harald Kloser y Spenser Cohen con diálogos clichés y tramas alargadas innecesariamente para cumplir, al parecer, una cuota de duración. 

El chiste tan atractivo que construyó Emmerich durante gran parte de su carrera, donde al principio era súper atractiva e interesante la concepción de la destrucción del mundo, ya sea con “2012”, “El día después de mañana” o “El día de la independencia”, con los años se ha desgastado por la tremenda saturación de contenidos similares y muchos de ellos efectivos. El toque ya no existe más, al parecer. 

“Moonfall” es una cinta desabrida a nivel narrativo, pero atractiva visualmente. Para los fanáticos del director es una propuesta interesante, pero sin innovación; para los no seguidores, simplemente será un entretenimiento más. 

“Moonfall” ya está disponible en cines.