Si Bram Stoker y su esposa Florence Balcombe se enteraran de la existencia de Renfield: Asistente de vampiro lo más probable es que volvieran a morirse, pues si bien la cinta dirigida por Chris McKay retoma aspectos muy específicos de la novela escrita por el autor irlandés en 1897, es una adaptación libre y permisiva, satírica, soez, con litros y litros de sangre ensuciando los espacios y con dos personajes desarrollados de forma estrambótica encarnados por Nicolas Cage y Nicholas Hoult.

Renfield (Nicholas Hoult) ha sido el asistente personal por décadas de Drácula (Nicolas Cage), sin embargo, ya está cansado de su narcisismo y egocentrismo, es por eso que decide ir a un grupo de autoayuda para poder alejarse poco a poco de la relación tóxica que tiene con el Príncipe de Valaquia. En el proceso de desintoxicación, Renfield, quien tiene poderes sobrenaturales, se enfrenta a una banda criminal liderada por Bellafrancesca Lobo (Shohreh Aghdashloo) y su hijo Tedward Lobo (Ben Schwartz) para salvar a una joven policía llamada Rebecca (Awkwafina). Después del altercado, los criminales se percatan que Ren es en realidad el asistente maltratado de Drácula, así que planean una venganza despiadada y buscan una alianza con el Conde. 

¿Nicolas Cage como Drácula? La mejor elección que alguien pudo tomar. Sin necesidad de ser el protagonista Cage (Pig), brilla y entrega una versión del vampiro tan divertida como grotesca. No es descabellado afirmar que Cage estructura a un Drácula definitivo en apariencia y comportamiento, pues el tono gore de la cinta lo ayuda a desencadenar asesinatos irreverentes y salvajes llenos de desmembramientos y sangre por doquier, tal como un hipotético Conde real lo haría con toda su fuerza sobrenatural. 

Por otro lado, Nicholas Hoult (El menú), aunque es muy carismático, su personaje tiene dejos del que interpretó en Mi novio es un zombie, ya que también es un ser sobrenatural con cara pálida, mucha inseguridad y mínima expresión facial. La pareja que hace Hoult con Awkwafina sin duda también es de los elementos que resaltan al film, debido a que compaginan de manera chusca tanto en diálogos como en lo físico durante las secuencias de acción desenfrenada. 

Es muy probable que los defensores de las obras originales detesten esta versión de la novela clásica de Bram Stoker, sobre todo porque el guionista Robert Kirkman (Rick y Morty) se toma permisos narrativos como ubicar al vampiro y parte de su universo en el contexto actual y construir a Renfield, el personaje principal, bajo premisas emancipadoras como el rompimiento de vínculos tóxicos. El guion no le teme a caer en lo absurdo y como consecuencia tampoco la fotografía de Mitchell Amundsen (Mi pobre y dulce angelito) o la música de Marco Beltrami (Alerta extrema), pues la primera realiza diferentes tipos de zoom a los rostros de los personajes en momentos dramáticos, así como movimientos alocados y envolventes, mientras que la música enfatiza el poderío y la tenebrosidad de los espacios lúgubres, pero tampoco olvida aligerar los actos de violencia extrema con música popular. 

Renfield: Asistente de vampiro no intenta caer bien o agradar a los más férreos preservadores de los clásicos, sino acercar a las nuevas generaciones el interesantísimo universo de este legendario personaje mediante la exploración de lo gore, la sátira y Nicolas Cage.

“Renfield: Asistente de vampiro” ya está disponible en cines.