La primera vez que vi “Titanic” de James Cameron probablemente fue en televisión abierta. La experiencia me impactó mucho por la escala del barco en comparación con las personas tratando de salvar sus vidas. Pero la historia del hundimiento del RMS Titanic y su ficcionalización en el cine no me eran ajenos pues es una cinta importante para mi familia: fue la primera película vista por mis padres luego de contraer matrimonio en 1997, ellos la vieron tres veces en cines y mi mamá siempre cuenta cómo lloraba con el trágico final del romance entre Rose (Kate Winslet) y Jack (Leonardo DiCaprio); por eso mismo decidí verla en la gran pantalla al enterarme de su reestreno (si, otro reestreno) como motivo de su vigésimo quinto aniversario, sin embargo había una pregunta flotando en mi cabeza: ¿vale la pena ver “Titanic” en el cine otra vez?
El barco de los sueños
Si vives bajo una piedra o jamás en tu vida has visto “Titanic”, te doy un poco de contexto: la película trata sobre el hundimiento real del RMS Titanic la madrugada del 15 de abril de 1912 en el Océano Atlántico tras chocar con un iceberg; el hilo conductor de la historia es Rose, una jovencita perteneciente a la clase alta de la sociedad londinense, y su encuentro y posterior romance con Jack, un pasajero de tercera clase aventurero y soñador; como ya es costumbre en este tipo de historias, la pareja protagonista tiene todo en contra para ver a su amor triunfar.
La película sigue funcionando como un gran espectáculo de entretenimiento gracias a la dirección de James Cameron y todo el equipo detrás de la cinta, quienes verdaderamente lograron traer de las profundidades al Titanic a través de una impresionante recreación histórica que abarca el diseño de producción, vestuarios y los efectos especiales.
Es innegable la atención al detalle por parte de todos los departamentos que trabajaron en la cinta, muchos de los cuales fueron recompensados durante los Premios Oscar, la película arrasó esa temporada: ganó casi todas las categorías técnicas (perdió Mejor Maquillaje y Peluquería) además de Mejor Dirección y Mejor Película, con lo cual empató a “Ben-Hur” de William Wyler como la película más ganadora de la historia.
Hecha para la gran pantalla
Personalmente esperaba que la pantalla grande del cine evidenciara esos 25 años en los efectos especiales, más aún con la remasterización y la conversión a 3D de este reestreno, sin embargo salí gratamente sorprendido: la película no ha envejecido para nada, el formato de tercera dimensión se utiliza para darle mayor profundidad de campo a las escenas y se ve espectacular en una pantalla IMAX a todo volumen.
Ahora, respondiendo la pregunta planteada al inicio: sí, vale completamente la pena ver “Titanic” en el cine. Desde que escuchas las primeras notas de la música compuesta por James Horner, o contemplas la escena de Rose bajando del auto con su sombrero lila para ver el barco por primera vez, entiendes muchas cosas respecto a su éxito en 1997 y 1998, del amor de la gente y las razones para verla más de una vez en cines.
“Titanic” es una película hecha para verse en pantalla grande. Las audiencias de finales de los noventa fueron afortunadas pues vivieron el fenómeno en tiempo real. Y es que no importa si ya la viste decenas de veces en televisión abierta, DVD, VHS o en plataformas de streaming: te dejará boquiabierto en el cine, te vas a involucrar con la historia aunque sea un súper cliché y, tal vez, llorarás con el final de Jack y Rose.
Al salir de la función incluso pensé “si así se ve “Titanic” ¿cómo se verán “Lawrence de Arabia” o “Ben-Hur” en el cine?”