En 2016, Kelly Fremon Craig nos trajo su debut como directora: The Edge of Seventeen, un divertido y conmovedor coming of age sobre la adolescencia femenina. Ahora regresa con otra película del mismo género, ¿Estás ahí, Dios? Soy yo, Margaret, y nos demuestra que el éxito de su primera obra no fue un golpe de suerte, pues esta segunda cuenta con el mismo encanto, calidad y sensibilidad irresistible.
Margaret (Abby Ryder Fortson) es una niña de 11 años que vive feliz en Nueva York, donde pasa gran parte del tiempo con su abuela (Kathy Bates). Sin embargo, un día sus padres (Benny Safdie y Rachel McAdams) deciden mudarse a un suburbio en Nueva Jersey. Margaret ahora tiene que enfrentarse a un nuevo entorno, nuevos amigos y el inicio de la adolescencia.
Basado en el famoso libro homónimo de Judy Blume, el guion (igual a cargo de Fremon Craig) navega de manera fluida, a manera de viñetas, entre distintos momentos de la adolescencia de la heroína: la preocupación por los cambios corporales, la menstruación, el primer beso, entre otras cosas. El hilo conductor es la búsqueda de Margaret por su identidad a partir de su relación con Dios: su padre es judio y su madre es cristiana. Esto da pie a varios hallazgos interesantes sobre la importancia que se le da a la religión en las dinámicas familiares, las imposiciones sociales que derivan de ella y la presión que pone en los niños.
También hay un buen uso de la comedia para mantener el dinamismo de la película, como una escena divertidísima en la cual las niñas hacen un cántico para que les crezca el busto u otra en la que la madre de Margaret tiene que recortar una cantidad ridícula de estrellas para un evento estudiantil. Estos momentos sirven para aligerar las presiones de Margaret y nos recuerdan cómo ciertas cosas que ahora damos por sentado eran muy importantes en esa etapa de vida, tanto para las hijas como para las madres.
Abby Ryder Fortson (Ant-Man and the Wasp) es la protagonista perfecta para esta historia: transmite muy bien la timidez, inseguridades, picardía, angustia y sensibilidad de Margaret con mucha naturalidad. En un momento está en una crisis de fe y en otro sonrojándose por el chico que le gusta, tratando de convencer a su padre de que lo contrate para cortar el pasto, y en ambos casos lo expresa con la inocencia propia de una niña de 11 años.
Es acompañada de un buen elenco secundario, sobre todo una magnífica Rachel McAdams (Eurovision Song Contest: The Story of Fire Saga), quien vuelve a entregar otro gran trabajo. Su personaje es una artista frustrada ante las expectativas que se tienen de ella como madre. La directora y guionista analiza a partir de ella cómo una mamá es mucho más que eso: tiene toda una vida y relaciones más allá de su familia, una existencia antes de haberse casado y McAdams sabe cómo transmitir esto en cada uno de los momentos que tiene a solas a cuadro. Una conversación sobre sus padres con Margaret es particularmente conmovedora, pues de forma muy sutil ambas actrices muestran una conexión emocional profunda entre madre e hija.
Sumado a esto tenemos la ambientación de los años 70, llevada a la pantalla por los vestuarios de la legendaria Ann Roth (White Noise) y el diseñador de producción Steve Saklad (Chip ‘n Dale: Rescue Rangers). Al igual que las actuaciones, estos elementos no llaman la atención sobre sí mismos, sino que se integran con la historia de forma orgánica; sin embargo, no por ello son menos loables, pues su precisión es en gran parte responsable de que la historia se sienta auténtica y nos transporte a la época retratada, sobre todo los vestuarios, que son muy importantes para expresar la relación de estas niñas con su cuerpo.
¿Estás ahí, Dios? Soy yo, Margaret es una inocente, sencilla y divertida historia que retrata con honestidad los retos de crecer y encontrar una identidad propia. Tras un increíble debut, Kelly Fremon Craig continúa sorprendiendo con una voz única que consigue balancear risas y conflictos en la medida exacta para encantar al espectador.
“¿Estás ahí, Dios? Soy yo, Margaret” está disponible en cines mexicanos.